Andamos a la búsqueda de alternativas a un sistema económico que cada vez se nos muestra mas insostenible, bordeamos el abismo, mientras la globalización nos muestra el lado mas oscuro y sombrío de un capitalismo que naufraga en su propia victoria. El marxismo sin embargo comparte con el capitalismo el análisis histórico y la actitud productivista que sigue sin ver los límites del crecimiento. Pero nos encontramos en un momento sin precedentes en la historia de la humanidad y ya aplastamos nuestra nariz contra estos límites. Si no queremos sucumbir a la desorientación de la que hacen gala nuestros expertos economistas, no tenemos mas remedio que trascender el símbolo, y mas allá del dinero hablar del mundo físico y de economía real.
Aunque parezca extraño las Leyes de la Termodinámica no afectan solo a las máquinas y al calor sino a también a la vida y a todos los sistemas, y por tanto a nuestro sistema económico, social y político. Podría decirse que las Leyes de la Termodinámica son el equivalente a la constitución de todas las leyes de la Naturaleza. Como toda constitución, fija un marco y unos límites a los cuales han de ceñirse todas las demás leyes. Pero nuestro sistema de creencias, nuestro pesado legado irracional es bíblico y penetra en nuestra vida cotidiana. Al parecer, seguimos convencidos de que Dios proveerá y afirmar lo contrario sigue siendo una herejía.
MI HUERTO TERMODINÁMICO
La experiencia lleva camino de dos años. Es una opción para una transición individual a un mundo sin apenas energía. El punto de partida es un tanto desolador: un suelo pobre y poco apto para la agricultura, pocos conocimientos en la materia y escasa energía para trabajar. El desafío es conseguir restaurar el suelo a la vez que obtenemos algo de lo que produce, sin laboreo, sin insecticidas, sin herbicidas y solo con ocasionales aportes de restos de materia orgánica a modo de fertilizante. El objetivo producir alimentos con el menor esfuerzo posible, recuperar la biodiversidad y prepararse para el cambio climático.
Hablar de la cultura de lo permanente no ha sido lo que ha servido para obtener cierto reconocimiento entre los que todavía optan por los agroquímicos y las mulas mecánicas, sino el hecho de conseguir los primeros frutos sin tocar la azada, ningún gasto en insecticidas ni herbicidas, y escasos aportes de estiércol. Mantener por ejemplo, el huerto con apenas incidencia de pulgón mientras a pocos metros este destrozaba hasta secarlo un lindero de plantas de alcachofa puede ser una evidencia suficiente para demostrar que otra forma de hacer agricultura es no solo posible, sino deseable y objetivamente mas eficiente.
Los tres primeros escollos a salvar han sido cómo conseguir un suelo mullido sin laboreo, evitar problemas de plagas sin insecticidas y no verse desbordado por las llamadas "malas hierbas" sin herbicidas y sin un excesivo trabajo.
LEY DEL MÍNIMO DE LIEBIG
Hablar de termodinámica es hablar de límites, pero a su vez son estos límites los que permiten generar la estructura de nuestro mundo conocido.
La energía y también la materia, no se crean ni se destruyen, solamente se transforman. Una consecuencia de este enunciado es la ley del mínimo, que aunque se refiere habitualmente a los nutrientes del suelo, nos sirve también para las condiciones generales necesarias para nuestro cultivo. El agua, la tierra, la superficie disponible, la cantidad de luz, son factores limitantes y da igual que dispongamos de mucha agua si apenas tenemos tierra. O puede que dispongamos de mucha tierra pero el agua escasee y en ese caso será el agua lo que limite la cosecha.
La cantidad de superficie de la que dispongo es menor de cien metros cuadrados, divididos en bancales, arriates y ventanas. El cultivo es un ejercicio de biomimésis del Sistema de la Tierra y de la economía de un estado estacionario, que iré desarrollando en próximos post.
domingo, 8 de julio de 2012
viernes, 25 de mayo de 2012
Los esclavos energéticos. Trabajo y energía.
TRABAJO Y ENERGÍA
Si decimos que la riqueza y el progreso de un país dependen fundamentalmente del trabajo de sus gentes es probable que muchos asientan y lo consideren obvio y algo de sentido común.Sin embargo hay algo que no encaja. ¿Acaso trabajamos hoy mas que nuestros antepasados, que nuestros abuelos o nuestros padres? Habrá quien piense que todo lo debemos a la tecnología. Pero la tecnología no es nada sin energía. Desde el punto de vista físico y real no hay diferencia entre el trabajo de un ser humano y el realizado por una máquina. Es muy fácil de comprobar, es suficiente con conectar un generador eléctrico a unos pedales y medir cuanta energía podemos producir pedaleando a buen ritmo. Apenas 100 watios... si estamos en buena forma física. Lo que consume un ordenador portátil. Es algo objetivo y objetivable.
Hay verdades difíciles de entender. Otras son difíciles de aceptar. Las consecuencias del pico del petróleo son difíciles de aceptar. Pero no por eso podemos justificar la absoluta irresponsabilidad que supone negar la gravedad del problema. La posibilidad de un colapso de nuestra civilización es un peligro muy real y resulta mas probable cuanto mas tardemos en reaccionar y comenzar una transición lo menos traumática posible. Estamos sin embargo, en esta transición obligada que llamamos crisis o también "crecimiento negativo", ese nuevo eufemismo que tan solo pretende añadir confusión para negar lo evidente: que afrontamos una recesión dramática, brutal y donde las clases privilegiadas intentan mantener su estatus a costa de destruir a la sociedad misma.
DEPENDENCIA ENERGÉTICA
Y ahora imaginemos un país. Por ejemplo España, con un 90% de dependencia energética. Eso equivale a decir que el 90% del trabajo nacional es realizado por esclavos energéticos extranjeros y que envían todo lo que se les paga al exterior. Imaginemos una huelga parcial o parcial de estos esclavos invisibles, que poco a poco nos van retirando sus servicios a la vez que exigen un salario cuatro o cinco veces superior al de hace pocos años. Trabajan en todas las empresas, públicas o privadas, en todos los campos y en todos los hogares. Hacen el trabajo duro en la industria, el transporte y la agricultura. Hasta los motores de los tractores han sustituido los animales de labor por estos caballos energéticos. Todo lo que llamamos civilización está sostenido por su trabajo.
Las clases mas privilegiadas, las que controlan los medios de producción, procuran a toda costa y a toda prisa preservar su estatus. Expolian y saquean a las clases medias, las despojan de educación y sanidad, buscan su embrutecimiento, denigran su dignidad. Los mercados siempre han traficado con esclavos, está en su sangre y en su razón de ser. Pero los esclavos humanos no son invisibles, no soportan las duras condiciones de su homólogas energéticos, porque están vivos. Por eso los mercados invitaran pronto a la muerte, sucumbirán a su propio canibalismo. Es el futuro y está cerca, muy cerca.
Las clases mas privilegiadas, las que controlan los medios de producción, procuran a toda costa y a toda prisa preservar su estatus. Expolian y saquean a las clases medias, las despojan de educación y sanidad, buscan su embrutecimiento, denigran su dignidad. Los mercados siempre han traficado con esclavos, está en su sangre y en su razón de ser. Pero los esclavos humanos no son invisibles, no soportan las duras condiciones de su homólogas energéticos, porque están vivos. Por eso los mercados invitaran pronto a la muerte, sucumbirán a su propio canibalismo. Es el futuro y está cerca, muy cerca.
sábado, 7 de abril de 2012
Economía de Guerra
La verdad triunfa siempre.
Aunque sea al final, cuando ya no quede nadie.
Estamos en guerra. Siempre lo hemos estado. Nuestro sistema capitalista siempre ha estado en guerra contra la vida, contra los comunes. La absoluta libertad ha llevado al absoluto saqueo. Hemos llegado justamente al punto hacia el que avanzábamos. El egoísmo nos ha llevado a la desestructuración social, el expolio de los recursos a su agotamiento, la economía de lo insostenible al derrumbe, el menosprecio de lo público a la corrupción, el control de nuestras mentes por medio de la publicidad a esta estupidez desorientada donde nadie ve aquello con lo que tropieza. Hemos creído y seguimos creyendo en el dinero, en su capacidad para mover el mundo. Pero es mentira, al planeta le ha ido perfectamente sin dinero durante miles de millones de años. Lo que mueve el mundo es la energía, hasta el último de nuestros pestañeos. Pero hemos decidido emanciparnos de la propia realidad, sacrificar a las personas para salvar a los bancos, hemos garantizado la impunidad del dinero y ahora es imposible distinguir la economía del crimen organizado.
Es cierto, estamos en una economía de guerra. Una guerra donde se confunde al enemigo con el aliado, a la víctima con el verdugo y al verdugo con la víctima. Nadie se hace rico trabajando. La sabiduría popular viene en nuestro socorro cuando los medios de comunicación se adoctrinan en el engaño. Y ahora debemos elegir el bando, porque el capital no consiente neutralidades y la vida es un tesoro que solo se conserva cuando se defiende.
Esta es una guerra entre los que se afanan en el expolio, y quienes ya no tienen nada que perder.
Guerra contra el desamparo, no contra los desamparados.
Guerra contra la injusticia, no contra los indefensos.
Guerra contra la desigualdad, no contra los desahuciados.
Guerra contra el engaño, no contra los desengañados.
Guerra contra el hambre, no contra los hambrientos.
Guerra contra la pobreza, no contra los pobres.
Guerra contra el egoísmo, no contra la solidaridad.
Guerra contra el desempleo, no contra los trabajadores.
Guerra contra la corrupción, no contra quienes la investigan.
Guerra contra la esclavitud, no contra los esclavos.
Guerra contra la guerra, no contra la paz.
sábado, 31 de marzo de 2012
Economía Real Ya
1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. Constitución Española, Artículo 128.
Porque no puede existir una democracia real cuando el poder económico se concentra en tan pocas manos que permite a grandes grupos de poder controlar la información que llega a los ciudadanos. Porque necesitamos una economía que atienda a las necesidades y no a los privilegios. Una economía que realmente fortalezca el contrato social. Que realmente subordine la riqueza del país al interés general y no asistir al desmantelamiento de la sociedad por parte del crimen económico organizado.
Ningún sacrificio social podrá satisfacer la avaricia insaciable de psicópatas parásitos. ¿Quién hace las leyes que multan a los mendigos y bendicen los paraísos fiscales?.
Porque el trabajo es un derecho, y si la iniciativa privada no lo garantiza, la iniciativa pública debe ocupar su lugar.
Porque la economía real debe priorizar el acceso al alimento, la vivienda, la sanidad, la educación y el trabajo. Pero seguimos en una economía de casino. Sacrificando todo por los bancos y la especulación.
LA CRISIS SEGÚN LA ECONOMÍA REAL
Vivimos en el tremendo error de no considerar la economía real y sus límites. Sin crecimiento económico el sistema capitalista se convierte en un monstruo que fagocita a sus propios hijos.
Un análisis económico que se base en precedentes históricos no tiene en cuenta algo muy elemental: nos encontramos en una situación única en la historia de la humanidad. No hay precedentes salvo los colapsos de civilizaciones que cayeron en el olvido justo cuando se encontraban en su máximo esplendor. Pero ninguna de ellas tuvo carácter planetario que sepamos.

Si buscamos alguna referencia histórica deberíamos ir al origen de la globalización, como se diseñó y por qué se hizo así. Si vamos a la economía real veremos que EEUU tuvo su pico del petróleo en 1972 lo que generó una tremenda crisis. El imperio necesitaba diseñar un modelo económico, un nuevo orden, que le permitiera apropiarse en condiciones ventajosas de cualquier recurso natural que existiera en el planeta, especialmente el petróleo.
Las guerras son caras y pueden llevar a la destrucción del recurso del que pretenden apropiarse.
Y de ahí la globalización, el neoliberalismo y la mano invisible de los mercados con sus sicarios económicos, su terrorismo de Estado, sus premios Nobel a la escuela de Chicago y toda su parafernalia mediática.
Los que han provocado todo esto ya conocían el desenlace para el conjunto de la población.
martes, 14 de febrero de 2012
Biomimesis sistémica global: el camino a Gaia
Siempre me maravilló observar desde la infancia cómo en la Naturaleza los seres vivos son libres, hay alimento para todos y nadie trabaja, nadie controla. Pero los mecanismos de auto-regulación no tenían predicamento entre las mentes acostumbradas a la servidumbre y a la esclavitud, así que me enseñaron como dogma incuestionable que existía un policía invisible que ponía orden en todo aquello, un jefe virtual al que todos los seres vivos obedecían sin rechistar: Dios. El hombre sin embargo, como ser superior, había sido bendecido por el Creador con el don del libre albedrío... y la obligación de obedecer al terrateniente, al cura, al juez, al alcalde y a la Guardia Civil. Como no acababa de ver las indudables ventajas de ser yo quien alimentara con el sudor de mi frente a semejante cohorte de parásitos, pasaba mis días entre ranas, pájaros y bichejos varios. Había una recompensa por una vida de sumisión, pero era a título póstumo, en la "otra" vida. En esta vida tocaba reproducirse como conejos, trabajar como bestias, comportarse como borregos y estar dispuestos a ser sacrificados como cerdos. Para eso teníamos una dictadura que casi igualaba a la que podía darse en el reino de los cielos y una caterva de fascistas que aún hoy, emponzoñan nuestras instituciones llamadas democráticas.
Los niños tienen la extraña capacidad de ver a los emperadores desnudos mientras los adultos alaban el manto de armiño. Pero por alguna extraña razón nunca dejé de ver en el hombre la patética estampa de un mono desnudo y presuntuoso, aunque empecé a ocultarlo, no sin cierta incomodidad. Es cierto que podía razonar con muchas personas, pero a otras, darles la razón era suficiente. Aprendí de la Naturaleza lo que tuvo a bien enseñarme y del resto de seres humanos que mis inquietudes eran las de muchos y que a veces, una atmósfera de biofilia iluminaba de añoranza la atmósfera triste de las ciudades.
Ahora que nos encontramos al borde del abismo, llevados de la mano por expertos de todos los tipos y colores, me parece indecoroso apelar al currículum para dar brillo y fulgor a cualquiera de mis argumentos. Asumo pues, la magnitud de mi ignorancia, pero dado que tropiezo constantemente con insultos a la mas elemental sensatez, refrendados con el atavío de la excelencia y la opinión de incontables expertos. Me atrevo a afirmar que el emperador está desnudo y que nuestro modelo económico toca a su fin.
EL CRECIMIENTO INFINITO
Solo el arraigo de los fundamentalismos religiosos en la inspiración de nuestro modelo económico explica la creencia en el crecimiento infinito en un planeta de recursos limitados. "Creced y multiplicaos, llenad el mundo y someted a todas sus criaturas". Es lo que dice el Génesis. En realidad son las instrucciones para tener un bonito Apocalipsis. Durante siglos los economistas han considerado una transición del crecimiento económico a un estado estable, desde los economistas clásicos, como Adam Smith, a los actuales economistas ecológicos. Sin embargo nuestro actual modelo es una carrera sin freno hacia el precipicio, en busca de una profecía autocumplida hija de los fundamentalismos protestante y católico. La conexión entre el conservadurismo económico y religión no es casualidad, es la combinación perfecta y necesaria para construir una épica de la irracionalidad y del suicidio colectivo.
ECONOMIA DEL ESTADO ESTACIONARIO
Como todos los motores, el motor del crecimiento económico necesita energía para funcionar y en su casi totalidad la obtenemos del los combustibles fósiles. Pero nuestro modelo necesita un consumo siempre CRECIENTE para funcionar. Ese es el motivo por el que el colapso de nuestro sistema económico no se produce cuando la energía se agota, sino cuando no podemos obtener energía de forma CRECIENTE. Y ese momento no solo ha llegado, sino que ya ha pasado. Según la Agencia Internacional de la Energía el pico de producción del petróleo tuvo lugar en el año 2006. Sin embargo, todavía nos encontramos en una fase de meseta en la que el declive de la producción aún no es evidente. Eso significa que la verdadera crisis está por venir y es inevitable porque viene provocada por los límites físicos que afectan a la economía real, sean cuales fueren el número de billetes que decidan imprimir las autoridades monetarias.
La economía del estado estacionario es la que propone que el motor del sistema funcione consumiendo energía de forma ESTABLE, que al igual que ocurre con nuestros vehículos puede tener oscilaciones en su consumo pero siempre dentro de unos límites. La idea fundamental es que el progreso material sería limitado, mientras los cambios cualitativos en los individuos y las sociedades serían los que definirían la idea de progreso. Esto significa que el progreso cualitativo, que para el ser humano significa la mejora ética, intelectual y cultural, sería el único posible que podría mantenerse a largo plazo según las leyes de la Física. Y eso es exactamente lo que lleva haciendo la Naturaleza desde que la vida irrumpió en este planeta: evolucionar.
EL CAMINO A GAIA
Frente a nuestro modelo económico basado en dogmas bíblicos y en la ingeniería de la estafa, tenemos la economía real, materia y energía cuyos flujos no responden a las tendencias del mercado, sino a leyes físicas fundamentales que no pueden ser sobornadas, ni tan siquiera intimidadas, por las hogueras de la Inquisición. Por otro lado está la vida, de la que nos hemos autocoronado reyes, sin mas argumento que nuestra capacidad para destruirla. Esto nos está llevando a una crisis global sin precedentes. Una crisis de realidad que nos enfrenta a los límites de lo posible, a los límites del crecimiento.
Pero ¿qué es Gaia? ¿es posible imitar su intrincado metabolismo? De Gaia sabemos que su existencia es posible, que es real y que nosotros formamos parte de ella. Pero hace mas treinta años que hemos superado la capacidad de carga del planeta. Urge pues, realizar una transición hacia una economía de lo posible. Si no lo hacemos, deberemos afrontar un colapso catastrófico.
Los niños tienen la extraña capacidad de ver a los emperadores desnudos mientras los adultos alaban el manto de armiño. Pero por alguna extraña razón nunca dejé de ver en el hombre la patética estampa de un mono desnudo y presuntuoso, aunque empecé a ocultarlo, no sin cierta incomodidad. Es cierto que podía razonar con muchas personas, pero a otras, darles la razón era suficiente. Aprendí de la Naturaleza lo que tuvo a bien enseñarme y del resto de seres humanos que mis inquietudes eran las de muchos y que a veces, una atmósfera de biofilia iluminaba de añoranza la atmósfera triste de las ciudades.
Ahora que nos encontramos al borde del abismo, llevados de la mano por expertos de todos los tipos y colores, me parece indecoroso apelar al currículum para dar brillo y fulgor a cualquiera de mis argumentos. Asumo pues, la magnitud de mi ignorancia, pero dado que tropiezo constantemente con insultos a la mas elemental sensatez, refrendados con el atavío de la excelencia y la opinión de incontables expertos. Me atrevo a afirmar que el emperador está desnudo y que nuestro modelo económico toca a su fin.
EL CRECIMIENTO INFINITO
Solo el arraigo de los fundamentalismos religiosos en la inspiración de nuestro modelo económico explica la creencia en el crecimiento infinito en un planeta de recursos limitados. "Creced y multiplicaos, llenad el mundo y someted a todas sus criaturas". Es lo que dice el Génesis. En realidad son las instrucciones para tener un bonito Apocalipsis. Durante siglos los economistas han considerado una transición del crecimiento económico a un estado estable, desde los economistas clásicos, como Adam Smith, a los actuales economistas ecológicos. Sin embargo nuestro actual modelo es una carrera sin freno hacia el precipicio, en busca de una profecía autocumplida hija de los fundamentalismos protestante y católico. La conexión entre el conservadurismo económico y religión no es casualidad, es la combinación perfecta y necesaria para construir una épica de la irracionalidad y del suicidio colectivo.
ECONOMIA DEL ESTADO ESTACIONARIO
Como todos los motores, el motor del crecimiento económico necesita energía para funcionar y en su casi totalidad la obtenemos del los combustibles fósiles. Pero nuestro modelo necesita un consumo siempre CRECIENTE para funcionar. Ese es el motivo por el que el colapso de nuestro sistema económico no se produce cuando la energía se agota, sino cuando no podemos obtener energía de forma CRECIENTE. Y ese momento no solo ha llegado, sino que ya ha pasado. Según la Agencia Internacional de la Energía el pico de producción del petróleo tuvo lugar en el año 2006. Sin embargo, todavía nos encontramos en una fase de meseta en la que el declive de la producción aún no es evidente. Eso significa que la verdadera crisis está por venir y es inevitable porque viene provocada por los límites físicos que afectan a la economía real, sean cuales fueren el número de billetes que decidan imprimir las autoridades monetarias.
La economía del estado estacionario es la que propone que el motor del sistema funcione consumiendo energía de forma ESTABLE, que al igual que ocurre con nuestros vehículos puede tener oscilaciones en su consumo pero siempre dentro de unos límites. La idea fundamental es que el progreso material sería limitado, mientras los cambios cualitativos en los individuos y las sociedades serían los que definirían la idea de progreso. Esto significa que el progreso cualitativo, que para el ser humano significa la mejora ética, intelectual y cultural, sería el único posible que podría mantenerse a largo plazo según las leyes de la Física. Y eso es exactamente lo que lleva haciendo la Naturaleza desde que la vida irrumpió en este planeta: evolucionar.
EL CAMINO A GAIA
Frente a nuestro modelo económico basado en dogmas bíblicos y en la ingeniería de la estafa, tenemos la economía real, materia y energía cuyos flujos no responden a las tendencias del mercado, sino a leyes físicas fundamentales que no pueden ser sobornadas, ni tan siquiera intimidadas, por las hogueras de la Inquisición. Por otro lado está la vida, de la que nos hemos autocoronado reyes, sin mas argumento que nuestra capacidad para destruirla. Esto nos está llevando a una crisis global sin precedentes. Una crisis de realidad que nos enfrenta a los límites de lo posible, a los límites del crecimiento.
Pero ¿qué es Gaia? ¿es posible imitar su intrincado metabolismo? De Gaia sabemos que su existencia es posible, que es real y que nosotros formamos parte de ella. Pero hace mas treinta años que hemos superado la capacidad de carga del planeta. Urge pues, realizar una transición hacia una economía de lo posible. Si no lo hacemos, deberemos afrontar un colapso catastrófico.
lunes, 9 de enero de 2012
El trabajo de la biodiversidad

Los rendimientos del actual sistema agroalimentario se miden en producción por unidad de superficie y por hora trabajada. Así, según algunos estudios, se ha conseguido multiplicar por seis la producción por hectárea y por treinta la producción por hora de trabajo, respecto a la era preindustrial. Esto se ha hecho interviniendo la Naturaleza mediante la eliminación de biodiversidad y a costa de incrementar el consumo de energía procedente de combustibles fósiles hasta el punto de que la producción de alimentos depende casi totalmente del petróleo.
La brecha energética alimentaria es de tal calibre que resulta urgente y vital cambiar el modelo agroalimentario. No se puede perder mas tiempo en discutir si la profundidad del abismo es de doscientos o trescientos metros cuando no somos capaces de sobrevivir a una caída de veinte metros. Con la llegada del declive de la producción de petróleo el mundo se enfrentará a una crisis alimentaria sin precedentes de la que la subida del precio de los alimentos básicos es solo el primer indicio.
Biodiversidad para un mundo sin hambre
Los excelentes rendimientos energéticos alimentarios de la era preindustrial son consecuencia lógica de un modelo en que la energía disponible era escasa y de procedencia humana y animal. La producción agrícola necesitaba de esfuerzo y sudor. No había sido descubierto aún el mundo microbiano, por lo que su ingente e invisible tarea era percibida como un todo autoregulado cuyo trabajo se atribuía a la Madre Naturaleza o directamente a Dios.
Según denuncia la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los cambios en el uso de la tierra y la consiguiente pérdida de hábitat, el uso de plaguicidas y fertilizantes, el cambio del clima y los consiguientes invasiones de especies exóticas, han alterado el equilibrio ecosistémico, debilitando la capacidad de microorganismos y los invertebrados para proveer numerosos y valiosos servicios ecosistémicos.
¿Qué ocurrirá con el actual modelo agroalimentario cuando el declive de la producción de petróleo lo haga inviable? ¿Colapso o transición controlada?. Hay muchas voces que reclaman el cambio de modelo con propuestas sensatas y justas, como Vía Campesina. Pero lo cierto es que las grandes transnacionales y corporaciones no dan muestras de cambiar el modelo. Dado que el pico del petróleo tuvo lugar en el año 2006, según la propia Agencia Internacional de la Energía, el colapso alimentario parece lo mas probable.
La solución sin embargo solo puede llegar de la soberanía alimentaria, reforma agraria, biodiversidad y recursos genéticos, derechos humanos, migraciones y trabajadores rurales, agricultura campesina sostenible.
Deberíamos desechar la idea de que este será un problema "solo" de los países pobres. De hecho, iniciar el proceso de vuelta al campo sería una forma de absorber el creciente número de desempleados que la actual crisis económica está generando.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Sembrando el desastre: agricultura industrial.
Bayliss-Smith comparó dos explotaciones del mismo pueblo del condado de Wiltshire, en el centro de Inglaterra, con 150 años de distancia: las décadas de 1820 y 1970 respectivamente. En la explotación de 1826, de carácter preindustrial, el 98% de los insumos energéticos eran biológicos: un 77% humanos y un 21% animales. Sólo el 2% correspondía a energía fósil: el carbón de piedra usado en la producción de hierro para las herramientas y de las propias herramientas, entre las que figuraba una primitiva máquina trilladora tirada por caballos.
Comparemos estas cifras con las correspondientes a una finca del mismo pueblo en 1977 que obtenía una producción agrícola muy parecida en volumen. Los insumos de energía animal han desaparecido, y los de energía humana han bajado al 0,2% del total, siendo el 99,8% restante de energía fósil (incluyendo la energía consumida en la producción de máquinas y substancias químicas y en el uso de las máquinas). En el cálculo se han tenido en cuenta todas las variables, incluso el dato de que la desaparición del ganado de tiro libera tierras de pasto que ahora se pueden dedicar a cultivos. Pues bien: la productividad por hectárea se ha multiplicado por 6 y la productividad por hora trabajada se ha multiplicado por 30.
No obstante, la evolución puede evaluarse desde otra perspectiva. El autor del estudio compara la energía total producida con la energía invertida en los procesos de trabajo, cuyo cociente es la rentabilidad energética, y obtiene los resultados siguientes: en 1826 por cada caloría invertida se obtenían 40, mientras que en 1977 se obtenían sólo 2,1.
Cultivando el desastre
La conclusión final es que en 1977 se usaba 19 veces la energía que en la era preindustrial para poner en un plato la misma cantidad de calorías. Si tenemos en cuenta que los combustibles fósiles son un recurso no renovable y que ya hemos atravesado el pico de producción del petróleo, el gráfico nos muestra una situación dramática. Si quisiéramos mantener el volumen de producción de alimentos actual y cambiar el modelo de producción en la zona de estudio al modelo de la época preindustrial, necesitaríamos multiplicar por seis la tierra cultivable y por 30 el número de personas dedicadas a la agricultura. Además ya no contaríamos con la energía animal.
Podríamos pensar en una mejora drástica en eficiencia energética o en alimentar la maquinaria agrícola y el transporte asociado con biocombustibles, pero los rendimientos energéticos son deficitarios. Por otro lado, los datos de la situación actual en el estudio son de hace 34 años. Actualmente se estima que en EEUU se gastan 10 calorías para obtener una caloría alimentaria. Estas diez calorias proceden en su casi totalidad de los combustibles fósiles, sobre todo petróleo y gas natural. Si adaptamos el gráfico para EEUU el resultado es aterrador.
No se está haciendo nada para cambiar de modelo, todo lo contrario. Las grandes corporaciones están acelerando la destrucción de los modelos tradicionales y suprimiendo la biodiversidad, que en la época preindustrial realizaba el trabajo de estas negras columnas de la muerte. Con la llegada del declive de la producción del petróleo y el aumento exponencial de las desigualdades económicas, las grandes corporaciones matarán de hambre a la mayor parte de la humanidad. Incluyendo a las clases medias de los países desarrollados.
Es vergonzoso e indignante que los agricultores no puedan vender su propias semillas y que las elites económicas gobiernen a nuestros políticos, esas elites que creen controlar el mundo y ni siquiera saben pilotar su propia estupidez.

No obstante, la evolución puede evaluarse desde otra perspectiva. El autor del estudio compara la energía total producida con la energía invertida en los procesos de trabajo, cuyo cociente es la rentabilidad energética, y obtiene los resultados siguientes: en 1826 por cada caloría invertida se obtenían 40, mientras que en 1977 se obtenían sólo 2,1.

La conclusión final es que en 1977 se usaba 19 veces la energía que en la era preindustrial para poner en un plato la misma cantidad de calorías. Si tenemos en cuenta que los combustibles fósiles son un recurso no renovable y que ya hemos atravesado el pico de producción del petróleo, el gráfico nos muestra una situación dramática. Si quisiéramos mantener el volumen de producción de alimentos actual y cambiar el modelo de producción en la zona de estudio al modelo de la época preindustrial, necesitaríamos multiplicar por seis la tierra cultivable y por 30 el número de personas dedicadas a la agricultura. Además ya no contaríamos con la energía animal.
Podríamos pensar en una mejora drástica en eficiencia energética o en alimentar la maquinaria agrícola y el transporte asociado con biocombustibles, pero los rendimientos energéticos son deficitarios. Por otro lado, los datos de la situación actual en el estudio son de hace 34 años. Actualmente se estima que en EEUU se gastan 10 calorías para obtener una caloría alimentaria. Estas diez calorias proceden en su casi totalidad de los combustibles fósiles, sobre todo petróleo y gas natural. Si adaptamos el gráfico para EEUU el resultado es aterrador.

Es vergonzoso e indignante que los agricultores no puedan vender su propias semillas y que las elites económicas gobiernen a nuestros políticos, esas elites que creen controlar el mundo y ni siquiera saben pilotar su propia estupidez.
domingo, 6 de noviembre de 2011
¿De qué planeta son los economistas?

¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué seguimos empeñados en buscar la salida cavando aún mas profundo en el pozo en el que nos estamos ahogando? ¿Por qué se siguen usando los tanques de ideas para que las inmensas posibilidades de los medios de comunicación sirvan para destruir la escasa inteligencia colectiva que pueda salvarnos?
Antes muertos que sencillos. Podría ser la frase de las élites económicas, ese 1% que espera sobrevivir al genocidio del 99%.
Pero lo que llama mas la atención, es que incluso aquellos que consideramos expertos en cuestiones económicas y que tienen suficiente sensibilidad social, sean incapaces de concebir otro modelo económico que no sea el del crecimiento exponencial infinito. Que los límites se han superado y vivimos a costa del futuro de nuestros hijos.
jueves, 27 de octubre de 2011
Decrecimiento versus recesión-depresión.

Lo que nos dicen los datos de huella ecológica, los tres o cinco planetas que necesitaríamos para seguir con nuestro modelo de vida, es que hemos superado con creces los límites de la sostenibilidad. Seguir hablando pues de desarrollo sostenible solo valdría para aquellas zonas del planeta donde la población aún cuenta con margen para ese desarrollo material.
El problema es que también hemos absorbido sus recursos y le hemos "regalado" generosamente toda nuestra contaminación y los problemas asociados al cambio climático. La globalización ha supuesto el saqueo de los recursos allá donde los hubiera y el uso de los países pobres como basureros.
La riqueza generada tiene sin embargo un componente especulativo que una vez desenmascarado, nos devolverá una realidad devastada. ¿Qué ocurrirá con los miles de millones de automóviles de automóviles cuando el petróleo alcance precios desorbitados, qué valor tendrán? ¿Qué valor tendrán las infraestructuras pensadas para un mundo con petróleo barato y energía abundante, los flamantes aeropuertos, carreteras, autopistas...?
Ya oímos hablar sin tapujos de recesión económica y pronto se hablará de depresión. Sin embargo incluso los periódicos tratan el problema de la insostenibilidad energética en el apartado de "sociedad" o "vida y artes" como si la economía fuera lo que realmente es, una disciplina ideológica que recurre al adjetivo de ciencias para intentar prestigiar el castillo de naipes que está a punto de venirse abajo?
Hagámonos otra pregunta. ¿Como es posible que mientras la destrucción del planeta avanza a un ritmo cada vez mayor, la economía mundial siga creciendo? ¿No será que como en el mito del rey Midas estemos convirtiendo en dinero todo lo que necesitamos para vivir?
Tarde o temprano, llega la hora de la verdad.
Con la llegada del pico del petróleo y el comienzo del declinar en su producción, el decrecimiento económico no es algo que podamos elegir, es algo inevitable. Las propuestas de decrecimiento voluntario son paradójicamente la opción menos drástica y la mas sensata, el intento de un aterrizaje forzoso en la angosta pista de una economía del estado estacionario, la única salida para evitar el colapso general y la caída estrepitosa de este capitalismo, que aún agotado el combustible del crecimiento económico, se empeña en volar aún mas alto, en recuperar "la senda del crecimiento" sustituyendo la negra sangre de los dinosaurios por otra sangre caliente y roja, la de los seres vivos que pueblan el planeta y la propia sangre del ser humano.
viernes, 21 de octubre de 2011
La implacable desfachatez de la victoria.
La guerra es la continuación de la política por otros medios.
La política es la continuación de la economía por otros medios.
Así, la guerra es la continuación de la economía por otros medios.
Todo parece indicar que los Estados no se gastan cientos de millones durante una recesión profunda por una necesidad moral. Ni tan siquiera el 0,7% del PIB con el que se eliminaría el hambre en el mundo. Pero están dispuestos a todo por el petróleo. Incluso a disfrazar el colonialismo haciendo marketing con la defensa de los derechos humanos. Alcanzamos así las mas altas cotas de bajeza moral en el ejercicio de la hipocresía. La guerra es hija de nuestro modelo económico. Donde se confunde autoregulación con voracidad y crecimiento infinito, volar con caer, progreso con autodestrucción, enriquecimiento con saqueo cada vez peor maquillado.La política es la continuación de la economía por otros medios.
Así, la guerra es la continuación de la economía por otros medios.
Ningún crimen, ninguna complicidad, nos librará de nuestra propia insensatez. Quizá ahora sea Venezuela el próximo pais a "democratizar", sus reservas de petróleo son demasiado suculentas, aunque jamás sean suficientes.
Lo que permite distinguir la excusa de una razón sincera es la coherencia en las actuaciones. ¿Qué ocurre con Siria, con las tremendas violaciones de los derechos humanos?
Detrás de los mercados existen personas poderosas, que se escudan en un eufemismo para evitar dar cuenta de la responsabilidad de sus actos. No nos engañemos, estamos disfrazando las revueltas asociadas a la desesperación de millones de personas de "primavera árabe", pero cuando nos indignamos, aquí en occidente, vamos mas allá de nuestras atribuciones como ciudadanos y personas, porque aquí los mercados ya tienen democracia absoluta.
Porque aquí el dinero tiene ya, libertad sin responsabilidad.
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