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lunes, 9 de enero de 2012

El trabajo de la biodiversidad

La biodiversidad en la alimentación y la agricultura constituye uno de los recursos más importantes de la Tierra. Cultivos, animales de granja, organismos acuáticos, árboles forestales, microorganismos e invertebrados: miles de especies y su variabilidad genética componen la red de biodiversidad en ecosistemas de los que depende la producción alimentaria mundial. El trabajo realizado por la biodiversidad es inmenso, eficiente desde el punto de vista energético y constituye en sí mismo un ejemplo de economía del estado estacionario.
Los rendimientos del actual sistema agroalimentario se miden en producción por unidad de superficie y por hora trabajada. Así, según algunos estudios, se ha conseguido multiplicar por seis la producción por hectárea y por treinta la producción por hora de trabajo, respecto a la era preindustrial. Esto se ha hecho interviniendo la Naturaleza mediante la eliminación de biodiversidad y a costa de incrementar el consumo de energía procedente de combustibles fósiles hasta el punto de que la producción de alimentos depende casi totalmente del petróleo.
La brecha energética alimentaria es de tal calibre que resulta urgente y vital cambiar el modelo agroalimentario. No se puede perder mas tiempo en discutir si la profundidad del abismo es de doscientos o trescientos metros cuando no somos capaces de sobrevivir a una caída de veinte metros. Con la llegada del declive de la producción de petróleo el mundo se enfrentará a una crisis alimentaria sin precedentes de la que la subida del precio de los alimentos básicos es solo el primer indicio.

Biodiversidad para un mundo sin hambre
Los excelentes rendimientos energéticos alimentarios de la era preindustrial son consecuencia lógica de un modelo en que la energía disponible era escasa y de procedencia humana y animal. La producción agrícola necesitaba de esfuerzo y sudor. No había sido descubierto aún el mundo microbiano, por lo que su ingente e invisible tarea era percibida como un todo autoregulado cuyo trabajo se atribuía a la Madre Naturaleza o directamente a Dios.
Según denuncia la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los cambios en el uso de la tierra y la consiguiente pérdida de hábitat, el uso de plaguicidas y fertilizantes, el cambio del clima y los consiguientes invasiones de especies exóticas, han alterado el equilibrio ecosistémico, debilitando la capacidad de microorganismos y los invertebrados para proveer numerosos y valiosos servicios ecosistémicos.
¿Qué ocurrirá con el actual modelo agroalimentario cuando el declive de la producción de petróleo lo haga inviable? ¿Colapso o transición controlada?. Hay muchas voces que reclaman el cambio de modelo con propuestas sensatas y justas, como Vía Campesina. Pero lo cierto es que las grandes transnacionales y corporaciones no dan muestras de cambiar el modelo. Dado que el pico del petróleo tuvo lugar en el año 2006, según la propia Agencia Internacional de la Energía, el colapso alimentario parece lo mas probable.
La solución sin embargo solo puede llegar de la soberanía alimentaria, reforma agraria, biodiversidad y recursos genéticos, derechos humanos, migraciones y trabajadores rurales, agricultura campesina sostenible.
Deberíamos desechar la idea de que este será un problema "solo" de los países pobres. De hecho, iniciar el proceso de vuelta al campo sería una forma de absorber el creciente número de desempleados que la actual crisis económica está generando.

viernes, 22 de abril de 2011

La crisis del egoísmo

El egoísmo marca los límites de la inteligencia individual.
Se oye con demasiada frecuencia que estamos ante una crisis de valores, aunque para las élites económicas solo cuentan los que cotizan en bolsa. Pero no nos engañemos, esta profunda crisis económica está mostrando la incapacidad de los valores propugnados por nuestro sistema económico para gobernar el mundo. El egoísmo como motor básico de la economía, solo ha funcionado mientras hemos parasitado y expoliado recursos naturales propios y ajenos. No solo eso, hemos expoliado el futuro de nuestros hijos y descendientes, hemos cavado su tumba.
Consideraciones morales aparte, el mayor problema que presenta el egoísmo para resolver problemas reales es la visión miope y sesgada de la realidad que provoca, una incapacidad para abordar problemas que superan una cierta escala. Imaginemos que damos un vehículo con el depósito repleto de combustible a varias personas. Nuestro primer beneficiario resulta ser tan egoísta que apenas consumido el carburante desecha el vehículo. Un segundo beneficiado es mas inteligente y sigue repostando y usando el vehículo hasta que sufre la primera avería, tras la cual también abandona el vehículo. Pero un tercer beneficiario bastante mas inteligente repara las averías y solo cuando el vehículo termina su vida útil desecha el vehículo. Y ahí se nos acaba la inteligencia. Pocos son los que se plantean el reciclaje de los valiosos materiales con los que está construido nuestro vehículo y evitar así a nuestros descendientes y a nosotros mismos, un futuro de recursos agotados, contaminación, esclavitud y miseria.

El egoísmo solo es una forma de inteligencia a corto plazo.
Probablemente esa sea la causa de nuestra carencia de inteligencia colectiva. Si tuviésemos un mínimo concepto de nuestra supervivencia como civilización no caeríamos en un error de perogrullo como pretender un crecimiento infinito en un planeta finito. Tiempo hace que hubiéramos diseñado un modelo económico estacionario como el que ha regido la vida en el planeta durante millones de años. Pero nuestro modelo económico ha impuesto como doctrina irrefutable que el egoísmo de unos y su tendencia a acumular sin control, beneficia a todos y en última instancia al resto de la sociedad. En un sistema finito, eso solo es posible concentrando la riqueza en unas pocas manos y expoliando hasta el agotamiento el patrimonio vital común para contentar al resto de la población con las migajas del botín.
Solo una sofisticada planificación de ingeniería social ha hecho posible semejante disparate basado en tres pilares fundamentales: propaganda, obsolescencia programada y financiación.

El egoísmo es el motor del colapso.
¿Que ocurre cuando los que manejan el mundo acaban creyendo sus propias mentiras? Un naufragio del que esperan salir airosos en lujosos botes salvavidas.
Es la visión a corto plazo la que nos impide ver el precipicio hasta que tenemos un pie en el aire, e incluso nos puede hacer pensar que cuando caemos, en realidad volamos, aunque en realidad solo sea una manera de negar que hemos perdido el control de la situación.
Si tuviera que dirigirme a alguien y solo pudiera hacerlo con un número pequeño de personas, no elegiría entre los millones de personas que perderán la vida en el colapso, sino a aquellos que se consideran seguros, parapetados en la riqueza acumulada y les diría que nos les servirá de nada, que el egoísmo les impide ver que sin el sostén de aquellos a quién han parasitado no serán mas que náufragos condenados a una agonía solitaria.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Círculos: para no morir de líneas rectas

Las líneas rectas sirven para escapar, para alejarse del origen, pero no sirven para vivir. Porque la vida nos devuelve siempre al mismo lugar: la disolución. Y de ahí se levanta, poniendo cada final en el principio de algo, para evitar el punto de fuga que lleva a lo definitivo, la linea abierta hacia ninguna parte.
La vida ama los círculos.
¿Pero adónde lleva caminar en círculos? A la creación de circuitos. Nada mas y nada menos. Los circuitos llevan a la formación del metabolismos y los metabolismos a seres vivientes.
Podemos realizar un viaje alrededor del mundo. Y regresar al mismo punto de partida. Pero algo ha cambiado en el trayecto, algo ha cambiado en los que han viajado.
El próximo viaje no será el mismo, los viajeros tampoco. Han surgido las rutas, el recuerdo emergente de una interacción, de una historia que sobrevive, como el río lo hace a las aguas que lo abandonan.
El círculo adquiere memoria, dejamos los rastros de nuestro paso y así trascendemos a nuestra propia ruta. Se puede volver al mismo lugar siguiendo mil caminos distintos, como mil viajeros pueden recorrer la misma agenda de recodos, llanuras y albergues.
La vida solo aburre a quien decide ser espectador de su propia decadencia, y se contenta con su tiempo acumulando monedas para un ego en vía cerrada a otro principio.
En la superficie del planeta todas las líneas rectas trazan un círculo. Circulan agua y nutrientes, minerales y gases. Los ciclos son como latidos, desvelan lo orgánico, la función precisa de cada proceso vital. Somos colonias de células auto-organizadas, o mejor aún, el acuerdo que las constituye. Pero, a su vez, formamos parte de otro organismo planetario. Aún así, nuestra inteligencia colectiva parece inexistente. Quizá un día percibamos la belleza de lo que destruimos.

Firmado: Camino

martes, 22 de febrero de 2011

Globalización: Cuando la caja de Pandora se abre desde dentro

El ecosistema global es un sistema cerrado, intercambia energía con el exterior pero no materia. Si no es posible aumentar el balance de lo que se tiene, la evolución solo puede consistir en cambios cualitativos. Un planeta muerto ha mutado en planeta vivo. No podemos obtener materia del exterior, el planeta ha evolucionado hacia el SER frente al TENER. El imperativo físico nos ofrece el modelo ético para una escala planetaria. Podemos encontrar en Gaia la primera lección de filosofía. No es algo utópico es, literalmente, la única salida posible. Por desgracia, los economistas confunden tecnología y ciencia. Alentados por su capacidad para influir en las leyes que rigen las sociedades humanas, esperan poder influir en las leyes de la Física con decretos tecnológicos, como si la influencia de su autoridad pudiera ser suficiente para crear un perpetuum mobile.

Sin embargo, los subsistemas vivientes interiores son y somos sistemas abiertos: necesitamos intercambiar materia y energía. Competimos por tener. Metabolizamos materia y producimos desechos, muchos desechos. ¿No rompe eso también las leyes de la Física?
Gaia ha encontrado la solución en el círculo. Los sistemas abiertos se enlazan formando circuitos. Lo que nuestros pulmones desechan alimenta a las plantas, el oxígeno que ellas desechan, para nosotros es imprescindible. Estas manos que escriben, mañana serán roble, golondrina o leopardo... si no provocamos su extinción. El dominio sobre la Naturaleza es pura parafernalia. Todo dominio implica dependencia. Cuanto mas pretendemos dominar la Naturaleza, más dependemos de ella. Solo la petulancia permite esta clase de ceguera.
Si evolucionamos para ser muchos, para tener mucho, encontraremos el camino cerrado por el colapso. Si evolucionamos para ser mejores, la vida podrá continuar. No es metafísica. Es Física, pura Física.

Pero el ser humano ama las líneas rectas. Piensa que solo progresa quien se aleja del punto de partida. Materia y energía circulan por el planeta en un entramado de vida y belleza. El sistema cerrado de la Tierra, ese ánfora sellada está siendo abierta desde dentro.
Estamos agotando los recursos naturales y eso es muy grave, pero mas grave aún es que estamos deshaciendo los círculos, rompiendo los eslabones, abriendo la caja de Pandora.

Firmado: Camino

sábado, 5 de febrero de 2011

Avatar, Gaia y el fin del capitalismo

Gaia no conoce el dinero. Gestiona energía, materia y vida. Su modelo económico respeta las leyes de la física y es tan versátil que nos sirve también para hacer una crítica de cine.
Un modelo sencillo.
Sistemas cerrados: intercambian energía pero no materia con el exterior.
Sistemas abiertos: intercambian materia y energía con el exterior.
Las leyes fundamentales de la termodinámica. Nada nuevo.
Pandora es un sistema cerrado. Como antaño ocurriera en la Tierra, la energía se gestiona en un modelo económico de estado estacionario.
Los humanos gestionan ahora su propio planeta como un sistema abierto. Necesitan por tanto, intercambiar materia con el exterior. Su modelo económico se parece bastante al actual, de crecimiento continuo. Necesitan por tanto colonizar otros planetas en busca de nuevos recursos y probablemente lanzar al espacio sus residuos mas peligrosos.

La cultura de los habitantes de Pandora se rige por criterios morales compatibles con su modelo económico.
La cultura humana ser rige por principios morales adaptados a un sistema abierto. Este sistema abierto está representado por tres estamentos. Ciencia, comercio y ejército. Como ocurre en la actualidad, la ciencia es la que en un principio parece mas abierta a reconocer los valores del sistema cerrado. Es la que proporciona los conocimientos. Pero los que toman las decisiones, el estamento teleológico, el que responde a la pregunta ¿para qué usamos el conocimiento?, es la empresa que explota las minas y representa al comercio. El ejercito es el brazo ejecutivo del estamento teleológico.
Los humanos se interrelacionan con las máquinas y la tecnología. La sociedad del sistema cerrado de Pandora con el resto de seres vivos. La sociedad tecnológica no es autosuficente, mientras que la sociedad biológica sí lo es.
La moralidad, los principios del bien y del mal, no necesitan ser interpretados en términos absolutos, sino como las reglas de juego que rigen en cada uno de los sistemas y que son fruto de la adaptación emocional a los mismos, por parte de cada una de las especies o culturas.
El desarrollo y desenlace del choque entre en sistema cerrado y el sistema abierto, es lo que en términos generales relata la película.
Fascinados por los logros tecnológicos y atrapados por las mentiras mediáticas, los que defienden el capitalismo olvidan que sus propios fundadores preconizan el desastre, el fin del crecimiento. La tecnología, sin embargo, no permite alterar las leyes fundamentales de la física. Llegado a ese punto solo quedan dos caminos: el colapso y la hecatombe o una economía del estado estacionario. Hay muchas formas de salir de esta crisis económica, pero salidas solo una: gestionar el planeta como lo que es, un sistema cerrado.

jueves, 3 de febrero de 2011

Economía y ecología


Economía y ecología, han sido vistos durante mucho tiempo como términos contrarios, incompatibles, y en el mejor de los casos, no relacionados. Desde la ética de las posiciones ecologistas se ha contemplado a los ecosistemas como víctimas y la actividad económica victimaria.
Sin embargo, consideraciones morales aparte, los ecosistemas son verdaderos modelos económicos cuya eficiencia queda avalada por millones de años de evolución y donde la capacidad de autoregulación ha demostrado su capacidad para sobreponerse a las catástrofes planetarias. En estas economías ecosistémicas se gestionan energía, materia e información, en forma de conglomerados vivientes.
Nuestros modelos económicos actuales están muy lejos de igualar la eficiencia y la estabilidad de los ecosistemas de los que emerge nuestra civilización. Un ser humano puede metabolizar al cabo de su vida, una masa mil veces superior a la propia, sin tener en cuenta energía y materia usada para el transporte, calefacción, vivienda, industria o tecnología. El poder transformador de la vida sobre el medio es gigantesca.
Eso nos hace tan poderosos como dependientes.
Plantearse por tanto, si ha de preservarse al ser humano o a la naturaleza, es como darnos a elegir entre el alimento o la supervivencia.

Quizá todavía no hemos comprendido que la verdadera riqueza de este mundo es la vida.

En la actual crisis económica mundial, enfrentados al cambio climático, al calentamiento global, al cenit del petróleo, la pérdida de biodiversidad y la superpoblación mundial, nuestro modelo económico capitalista, representado en su cara mas visible por los llamados mercados, no aporta ninguna solución, solo una huida hacia adelante, donde la especulación sobre una necesidad fundamental como es la vivienda, se sustituye por una nueva etapa especulativa sobre los alimentos y el agua.
El ecosistema global llamado Gaia nos suministra un modelo económico al que imitar. Hasta ahora, tanto el modelo económico liberal, como los modelos económicos adoptados en los países comunistas, han llevado al mismo agotamiento de los recursos. La clave se encuentra en lo que en economía se da en llamar externalidades: aquellos costes y pérdidas que no quedan reflejados en el mercado. Es un eufemismo que esconde, detrás de un tecnicismo, la injusticia y el expolio.
El actual neoliberalismo aplica el principio de privatizar ganancias y socializar pérdidas, que en la práctica está sirviendo para recompensar la especulación y agudizar las injusticias sociales, imponiendo un sistema en el que se descarga a los poderes económicos de responsabilidades sociales sobre sus acciones, que pasan a recaer sobre quienes no tienen capacidad de decisión.
Asimismo, nos encontramos que todas estas conductas se rodean de un halo de amoralidad, suministrado por la propia ciencia.

Existe sin embargo un problema aún mas grave. Desde que comenzó la revolución industrial hasta ahora, el principio ha sido "privatizar o socializar beneficios y naturalizar pérdidas y costes. O lo que es lo mismo, contaminar, expoliar y destruir los mecanismos de autoregulación y generación de riqueza del ecosistema global llamado Gaia. Hemos cortado la rama en la que estábamos subidos. Hay quienes esperan que la tecnología pueda encontrar la solución, pero la tecnología no puede cambiar las leyes de la física, solo usarlas con un fin determinado. Y la economía de Gaia se encuentra sometida a las tres leyes fundamentales del pesimismo.
Nuestra única esperanza es que el desastre afecte también a los llamados países ricos, porque solo en ese momento, en la comprensión de que, o nos salvamos todos o no se salva nadie, empezaremos a preocuparnos por la suerte de quien nos alimenta.

Firmado: Camino

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