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domingo, 27 de marzo de 2011

V de voluntad


Caer no es volar.
Que la realidad no nos engañe. Usemos la imaginación. ¿Podemos pensar en serio que somos libres?
¿Porque tenemos siempre cerca el mando a distancia, porque nos dejamos arrastrar sin esfuerzo como espectadores de nuestra propia vida?
V de voluntad.

Pero no nos detengamos en los símbolos. Son convenciones, mapas, señales puestas en las encrucijadas. La libertad comienza por la capacidad para decidir, pero solo crece con la voluntad. ¿O acaso es libre el guijarro que se mueve al empuje de la corriente?
Pensábamos que el engaño estaba en las palabras, que la mentira estaba en las ideas o la razón. Nos equivocamos: el engaño y la manipulación están en las emociones. Estamos sometidos a mil distracciones para captar nuestra atención y someter nuestra voluntad. Nos sentimos reyes en el mercado de las respuestas, podemos elegir la que mas nos guste, no tenemos por qué soportar las impertinencias de quién se atreva a contradecirnos o a incomodarnos... y es precisamente en este punto, en la renuncia a la crítica donde entregamos la voluntad. Podemos dejarnos seducir y atrapar en el engaño, pero al fin nos damos de bruces contra el duro suelo. Siempre ha estado ahí y se llama verdad.
La inteligencia puede medirse por nuestra capacidad para soportar incertidumbres. Aún a riesgo de parecer descorteses, ignorantes o rebeldes, debemos terminar siempre todo acto de fe con una pregunta. Nada está mas cerca de la verdad que la duda. Porque la verdad no es una meta, es un camino.

Cuando los individuos carecen de voluntad poco importa su ideario, siempre pueden corromperse. Por eso la libertad ha de edificarse sobre el entramado otros principios. Porque no hay libertad sin justicia, ni igualdad sin libertad.
Se teje así, con responsabilidad, el vínculo entre justicia y libertad.
No puede entenderse sin el respeto la igualdad que nos hace libres.

Firmado: Anonymous

domingo, 13 de marzo de 2011

Anonymous

El fracaso enseña lo que el éxito oculta. Lo peor es que no aprendamos nada.
No me sigáis. No estoy aquí para eso. No sé adónde se puede llegar en un mundo donde todos quieren ser líderes y eclipsar la luz de otras mentes con la oscuridad de un pensamiento único.
En realidad, creo que solo quiero pensar. Pero no estamos hechos para pensar sin interaccionar. Supongo que por eso estoy aquí, para contribuir en la génesis de un pensamiento colectivo, con la humilde tarjeta de visita de quien no otorga mas referencia a su ego que los ahora denostados ideales.
Nací, como todos, en un lugar concreto. Me impregné como todo ser humano de creencias y mitos, de la religión local, las costumbres y los prejuicios.
Al cabo supe que podría haber nacido en otro lugar concreto y ser ahora mi propio enemigo. De ahí surgió la tolerancia, de la enumeración meticulosa de todo aquello que no elegimos. Me declaro pues, equivocadamente humano. Ni tan siquiera podría afirmar la certeza de que ocultar la piel y la carne de mi cara, sea el mejor camino para poder adquirir otros rostros.
No se trata por tanto de una certeza, sino de una decisión.
Son las decisiones las que configuran el primer ideal: la libertad.
Pero los ideales no viven en las palabras sino en los actos, en el vínculo de las personas con la tarea de dignificar la vida. Por eso son tan temidos.
Los ideales trascienden al lugar, al color de la piel y a los prejuicios. Emanan de nuestra humanidad y beben del mas profundo sentido de la vida.
No es libre el esclavo sujeto a los dictados de su amo, no es libre el tirano sujeto a las exigencias del estatus. Solo la justicia permite que la libertad no tenga rostro.

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