lunes, 20 de diciembre de 2010
Gaia y la parábola de Hardin
Necesitamos de un enfoque sistémico para no perdernos en la complejidad del mundo. A pesar de que lo que ocurre y ha ocurrido en nuestro planeta puede resultarnos inabarcable y confuso, el Sistema de la Tierra debe obedecer algunas leyes tan sencillas como inexorables. La termodinámica ofrece tres leyes que pueden servirnos de guía, en parte inspiran a Hardin cuando nos habla de la tragedia de los comunes y también a la teoría Gaia. Pero pienso que Hardin es excesivamente pesimista, su metáfora de las tres leyes de la termodinámica es demoledora:
Primera ley (Conservación de la energía): "No podemos ganar"
Segunda ley (Siempre se pierde energía al transformarla): "Estamos seguros de perder"
Tercera ley (Estos procesos son irreversibles): "No podemos salir del juego"
El razonamiento es inapelable. Sin embargo, podemos encontrar una maestra que se las ha arreglado para salir de ese callejón sin salida: Gaia lleva 3500 millones de años burlando esta visión derrotista de las leyes de la física. Existe pues una salida.
Para la fundación de Gaia, los seres vivos primigenios debieron abordar este problema en apariencia irresoluble. Todo ser vivo necesita materia y energía, transformar su medio y agotar los recursos es el precio del éxito. Ganar significa el final del juego.
Por tanto, Gaia se fundó sobre las tres leyes fundamentales del pesimismo.
Primera ley: Ningún ser vivo puede ganar. Si una especie gana y todas los demás pierden significaría el final de Gaia.
Segunda ley: Todo lo que se pierde o desecha debe ser devuelto de forma que pueda volver a ser ganado por otro ser vivo. Veneremos pues al humilde escarabajo.
Tercera ley: Si alguna especie rompiera ese pacto, el juego de la vida podría llegar a su fin, por lo que en el mejor de los casos, Gaia intentará sobrevivir sin su presencia.
No podemos ganar. No debemos ganar el juego de la vida. Jamás puede haber una victoria en ausencia de enemigo. Nuestra inteligencia nos ha traído hasta aquí. Ha llegado el momento sin embargo, de actuar con sabiduría.
jueves, 30 de septiembre de 2010
Llegarás a la Costa de los Sueños

"No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre..."
Walt Whitman
Puede que después de todo Gaia tenga razón. Walt Whitman estaba loco, pero al fin y al cabo, los veredictos de enajenación, dependen sobremanera de la actitud mental o el sentido común, con que habitualmente se desenvuelven quienes los emiten. Pasamos la vida angustiados por tener. No solo por tener, sino por tener más. Nos comparamos constantemente. De la comparación resulta el estatus. Pero nada nos iguala mas que la vida. Quizás por eso queremos destruirla.
Convertimos lo intrascendente en imprescindible, escondemos minuciosamente las funciones biológicas que no son aptas para la ostentación y claman la equivalencia vital. No hablamos del final porque no lo entendemos. Pero entender la muerte es entender la vida.
Evitamos hacer la pregunta que a todo da sentido: ¿para qué?. Las preguntas importantes tienen respuestas humildes. Quizá la respuesta a esta pregunta sea tan humilde que ni siquiera llegue a respuesta, y debamos conformarnos con una decisión. ¿Para qué vivir? ¿para qué soñar?. Puede que la libertad sirva para responder. Y sea necesario decidir para qué vivimos. No dejamos de ser lo que soñamos, porque quien pasa la vida mirando mas allá de su horizonte no desaparece cuando el sol se pone.
He llegado a la costa de los sueños. Y he musitado las tres palabras: "Yo soy Gaia". Y me ha dolido el veneno de los que viven para el desperdicio. Como un latigazo me han herido los cauces secos. Me han avergonzado mis propios actos.
Pero el rumor de la costa no eran olas. Y lo he sentido crecer. Y ya eran muchas las voces. Los susurros crecían en firmeza.
"Yo soy Gaia"
Y entonces vi, temblorosos y cobardes, a aquellos que dijeron:
-Podemos sojuzgar el mar, solo son gotas de agua.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Despedir a Ana

Gaia observaba las idas y venidas de Ana sin poder evitar una cierta inquietud. Ana le había prometido tres palabras para cambiar el mundo, mientras el planeta se dirigía a su destrucción sin apenas variar el rumbo. Y hacía falta mucho mas que eso, era necesario un cambio de sentido.
Finalmente preguntó.
-¿Para qué encendemos tres velas?
-Los seres humanos sentimos la necesidad de realizar rituales, de repetir nuestros actos. Usamos los símbolos y aquello que carece de razón aparente, para fijar en la memoria nuestras emociones. También en ellas existe conocimiento y también los sentimientos son materia de olvido y de memoria. Es fácil preservar y acumular ideas, podemos reunirlas en bibliotecas. Las ideas pueden dirigir el mundo, pero las emociones lo mueven. El arte no es una herencia inútil. Sin poesía, el lenguaje se acaba convirtiendo en algo inhóspito, la razón termina perdiendo el sentido.
Enciendo la primera vela por nosotras y a esa llama entrego la memoria de lo que somos.
Enciendo la segunda vela por aquello que amamos y a su llama entrego todo lo que deseamos conservar.
La tercera vela simboliza la belleza y la enciendo por todo aquello que debiera ser amado.
Si alguna de las velas se apaga, podemos devolverle la vida con la llama de las que aún se agitan. Con esa simple intención invoco fortaleza y esperanza.
Sentadas así, frente a frente, Ana tomó aquellas manos pequeñas. En el círculo formado acogían la danza de las luces.
Ana se limitó a mirar a los ojos de Gaia. No hizo falta mas discurso.
Todas las palabras se aunaron en un instante. Y ya solo hubo confluencia.
¿En que costa jugaban en la arena aquellas olas? ¿En qué miríada de gotas festejando el arco iris se elevaba? Cruzó la sangre de un albatros. Su rebaño de peces pastaba entre las algas. El ojo del huracán concentraba toda la paz del mundo. Dejó macerar su dolor en la tierra. Después encontró la raíz, siguió sus pasos, ahondó en el aire y en la savia. Antes de emerger recordó su promesa: tres palabras. Tomó la flor del almendro. Se hizo unos labios de perfume. Pudo así hablar con su nueva transparencia. Tres palabras. Entonces dijo para siempre:
"Yo soy Gaia"
jueves, 9 de septiembre de 2010
Preparando el equipaje

La atmósfera avisa de los cambios. Sentimos miedo de lo incierto.
Habían sido muchos días despidiendo entre charlas y risas las ultimas luces de la tarde frente al mar. Con la ayuda de Gaia, con su vitalidad, Ana había recobrado el deseo de seguir. Sin embargo, en sus nuevas fuerzas parecía consolidarse la rotundidad de una decisión.
-No quiero quedarme sola. -Le dijo Gaia.
Cuando dos personas se entienden a veces dejan de hablar y se miran, alientan una atmósfera de confidencias.
-Nunca lo estarás pequeña mía. Nunca me tendrás mas cerca que cuando me vaya. Hay verdades terribles en el mundo. Podemos dedicar la vida a buscar aún mas verdades. A buscar las razones de su existencia y puede que las razones de las razones de su presencia en el mundo. Tenemos el don de la curiosidad, pero también tenemos el don de la decisión y podemos decidir cambiarlas. Lo que somos es importante. Lo que podríamos llegar a ser mas importante aún. La libertad es un don perdido si no elegimos. No me he decidido por lo mas probable, tampoco por lo mas fácil, he elegido entre todas, la elección que me ha parecido mas hermosa. Tienes razón Gaia, el mundo cambia cuando decidimos dar un paso. Los que vengan detrás darán el siguiente. Así avanza la vida. Hemos hablado y hemos compartido risas y pensamientos con un tiempo prestado. Hay otro tiempo, el que corresponde a todo ser humano, el tiempo para la vida, el tiempo para amar, para darse en los hijos. No puedo darte mi tiempo para que crezcas porque me fue arrebatado. Te daré sin embargo el derecho a la existencia, el derecho a la vida, porque al menos eso aún me pertenece. Es muy poco lo sé, solo tres palabras para cambiar el mundo. Preparemos el momento.
sábado, 31 de julio de 2010
Cambiar el mundo es inevitable

Mirar a Gaia, oír aquellas palabras venerables salir de un cuerpo infantil, dejaba el aire atrapado de una extraña conmoción, como si el futuro extendiera su mano hasta el presente en un acto de urgencia y alarma.
-Sabes Gaia, ahora que mis ánimos decaían has conseguido atraerme de nuevo a la vida. Quería protegerte y tú has sido mi coraza. Temía que la ingenuidad de tus años, te llevara al desencanto de las decepciones, y sin embargo he visto en ti el empuje irresistible de la vida.
-No extrañes nada. Me he hecho adulta cuando tu has necesitado ser niña, cuando se te acabaron las palabras. Por eso te cedí por un tiempo mi lugar en la infancia. Pero quiero ser niña para poder crecer siempre. Como he crecido contigo, con tus lecciones de equilibrio y pintura, con tus columnas de afecto y lucidez.
He nacido de tu memoria, del tiempo prestado para reparar el olvido. Solo has recogido tu esencia reflejada. A veces Ana, lo que nos da fuerzas no es lo que tenemos, sino lo que hemos perdido, nos impulsa lo que añoramos.
Puede parecer ingenuidad pero creo que las palabras nunca fueron tan importantes. La victoria es una ilusión, la derrota también, el tiempo no se detiene a celebrar ni a lamentarse, la vida avanza mientras se diluye por su sombra. El futuro no está escrito, no lo forjan los profetas, sino quienes luchan por la vida.
jueves, 10 de junio de 2010
Hablando con Gaia (Empeñada en cambiar el mundo)
El Pinto: "El problema de la verdad es que no tiene remedio, puede parecer que la mentira repetida convence, pero nada más triste para uno que vivir con el engaño".
Gaia: Es cierto, la mentira repetida convence. Si la repetición da resultado con la mentira ¿por qué no habría de hacerlo con la verdad?. ¿Qué podría ocurrir si dedicamos cierto esfuerzo en repetir la verdad, en no acomodarnos, en no dejar que se olvide? La verdad es un ser vivo, necesita replicarse. Puede morir y puede extinguirse. Y puede colonizar el mundo como un perfume.
Probemos con una verdad muy sencilla: "Todos los seres humanos son seres humanos" Hagamos que la repita quién toma el puñal, quien manda un ejército, que la grite quién pide justicia. Tendremos que escribirla en los misiles, pronunciarla en los mercados, acudamos con ella al conflicto. Que en ninguna bandera falte esa pequeña verdad "Todos los seres humanos son seres humanos". Y que todos los soldados la repitan antes de llamar enemigo al enemigo y después de llamar enemigo al enemigo. Que no falte en ninguna constitución, en ningún discurso, en ninguna llamada a la lucha. "Todos los seres humanos son seres humanos" Que tropiece con esa verdad quien prepara utensilios de tortura, quien trama en la sombra el dolor de las nuevas desgracias.
Y antes de cambiar de canal, por la antiestética imagen de la infancia doblegada en la miseria. Incómodos y molestos, sin saber qué podríamos hacer, repetir al menos, "todos los seres humanos son seres humanos" Dejar simplemente que pequeñas verdades nos conmuevan y nos impulsen. Y hacer algo insignificante, ¡pero hacer algo!. Y sentir una leve brisa de murmullos crecer y llevarse, un soplo de la tristeza que otras mentiras nos dejaron.
La indolencia puede ser mas letal que el crimen. Repitamos la verdad, multipliquemos la belleza, dignifiquemos nuestros días con esa vieja estrategia de la vida.
martes, 8 de junio de 2010
Cambiar el mundo

-Ahora que piensas que no hay nada que hacer, que crees dolorosamente en la derrota, es la hora de aceptar que en realidad no hay victoria, nunca la hay. Ni siquiera para aquellos que se abanderan con tu humillación. Solo existe la lucha. No estamos aquí para vencer, para derrotar a otros, estamos para encontrar el camino a la simbiosis, para dar forma a algo que merezca ser amado. La mentira no ha vencido, porque la verdad no puede destruirse. Los poderosos la esconden porque saben que puede acabar con su dominio, los científicos la buscan porque solo en ella se atreven a confiar. Los jueces han dicho que las víctimas no cuentan, que son un estorbo en nuestra memoria, pero se apresuran a sepultarlas en el olvido. Condenan a quien se atreva a mirar en su dirección, temerosos y torpes en sus formas.
-¿Pero que somos nosotras, Gaia? ¡No somos nada!
-Tienes razón Ana. Somos apenas la sombra de una sombra, en la niebla que sueña el aleteo de una mariposa. Pero el ser humano necesita la belleza para poder vivir. Necesita soñar para que la realidad no le enloquezca. Las verdades no se pueden destruir. Nosotros somos ficción. Pero una ficción que confiesa su naturaleza, puede abrir la puertas de otra realidad, una mentira que se confiesa mentira, ha de colocarse en el lugar reservado a las mas hermosas verdades. La honradez es importante. No somos nada. Por eso nada puede destruirnos. ¡Alcemos pues nuestra insignificancia!
Una sonrisa apareció por fin en el rostro de Ana.
-Bueno, señorita Gaia ¿y qué planes tiene usted?
-Cambiar el mundo, por supuesto.
-¡Tremenda chiquilla! Creo que se nos ha ido la mano con la filosofía.
-¡Pues yo no estoy dispuesta a luchar por menos!- Y alzó su bracito con ese aplomo, con que los niños nos descubren acomodados en nuestras propias derrotas.
Ocurrió entonces. Una desalmada, salió de su cobijo, y purificó todo con la campana de la risa.
domingo, 30 de mayo de 2010
Todos los seres humanos son seres humanos

-Es la primera vez en todo el mundo que un magistrado, en democracia, es privado de su cargo y sometido a juicio por intentar conseguir verdad, justicia y reparación para las víctimas de crímenes internacionales.
Estoy muy triste, Gaia. Veo acercarse la tragedia. En estos días ocurre, que me cuesta encontrar la belleza. Los motivos por los que el mundo merece ser amado se me escapan. Las sombras de los asesinos portan ahora las togas y exhiben la impunidad como un trofeo.
El silencio se alargó entre ellas durante un tiempo. Ana sentía su dolor multiplicarse, la infamia florecer en las cunetas.
-Todos debemos despedir la vida algún día, pero ¿como decir adiós a la dignidad? Los jueces han cumplido su juramento de lealtad a la antigua bestia.
¿En qué lugar se detendrá la muerte si la justicia no puede ser invocada? Un nuevo ciclo de destrucción se cierne sobre la ingenuidad de los nuevos proscritos. Al principio, todas las víctimas piensan que ser inocente basta para no ser atacadas. Al principio, todas las víctimas esperan que la justicia las defienda.
Todos los seres humanos son seres humanos. Cuando esa verdad se traiciona en los tribunales, nunca hay suficientes columnas, suficientes estatuas o suficientes alfombras, para reparar el alma de la justicia.
sábado, 15 de mayo de 2010
Huyendo del Cielo

- Dime Ana ¿qué sabes de Dios?
- No sabría decirte en cuantas mentes existe Dios, ni cuantos seres humanos necesitan proyectar su ego en otra vida para dar sentido a su existencia. Ansiamos repetir lo que somos, y no lo vemos a nuestro lado replicado por millones en todas la formas. Debemos hacer grande nuestro corazón para que quepa en él un atisbo de tanta belleza.
En las mentes donde vive Dios, esta vida solo es un trámite y los ríos, los mares y la vida están destinados al Apocalipsis. En su paraíso, la desobediencia es el peor de los delitos. Dios exige la sumisión y abomina de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En este país, el fascismo puso a su disposición millones de niños para ser alienados. Y la Iglesia bendijo los crímenes y alentó los escuadrones.
Con un infierno donde se tortura sin medida, con condenas a perpetuidad por desobediencia y con juicios sumarísimos sin garantías, no creo que ningún tirano pueda hacerle sombra. En el Reino de los Cielos, solo pueden entonarse alabanzas al Señor. No hay libertad de expresión.
Solo espero que Dios tenga al menos algo de palabra, respete la libertad que me concedió y me permita amar la vida, amar a mis semejantes y morir sin Cielo. Si algún premio merezco, que quede para los que vivan después, en este mundo.
domingo, 18 de abril de 2010
La Muerte y la Memoria

-Entonces ¿la muerte?
Los ojos de Gaia mostraban un deseo de conocer puro y valiente. Ana sabía que no podría evitarle el dolor de la vida, pero al menos podía orientar su razón, dotar de timón a su velero y revelarle las estelas de su propia travesía.
-Nuestra vida es un gran Acuerdo entre otras muchas vidas, la simbiosis de una multitud. Nuestras células son tan pequeñas que solo podemos percibir sus aglomerados, sus tareas y sus impulsos. Nos permiten movernos o pensar, pero todas y cada una guardan la memoria de lo que somos. De la misma manera, los seres humanos formamos parte de un Acuerdo mucho mayor. A la escala del planeta somos seres tan pequeños e indistinguibles como células. Vivimos y morimos dando vida a una entidad que nos desborda, inconcebiblemente hermosa.
-¿Quieres decir que en realidad no somos importantes? ¿Que nuestra vida apenas cuenta?
-Gaia, quiero decir que la muerte es la disolución del ego, sobrevivimos en la vida y la memoria. Cuando vivimos, cuando pasamos por el mundo, tenemos el don de la decisión y el futuro depende de nuestros actos. Aquello que conseguimos cambiar o mejorar da sentido al mundo, cambia el lugar de donde partiremos mañana. Lo que hacemos nos envuelve, se convierte en el territorio sobre el que, en nosotros y en los demás, se fundará una nueva memoria.
-Entiendo -dijo Gaia- por eso es tan importante luchar contra la mentira.
-Sí -dijo Ana- Los pasos que no se dan hacia adelante se dan hacia atrás. Sobre la memoria ocultada, los parásitos siembran su nueva cosecha de poder y destrucción. Las verdades que no se desvelan, se venderán como mentiras despreciables en los mercados de la justicia y las causas justas se comprarán como delito. Las víctimas seremos entonces, tratadas como delincuentes, juzgada la magnitud de nuestra culpa, por la crueldad y el dolor con que fuimos violentadas.
-¿Tendrán un final los ciclos de tanto dolor y tanta desolación? -Preguntó Gaia entristecida.
-Cuando entendamos que la única salida es la simbiosis, la equidad en nuestra relación con otros seres humanos y la Naturaleza, terminará la era de los parásitos, la prevalencia de los egoístas. Puede que entonces los seres humanos nos convirtamos en las neuronas de un planeta, en la génesis de su inteligencia.
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