Los milagros económicos existen en la misma medida que existen los santos en el mundo financiero y empresarial.
Con el tiempo, estos milagros se revelan como estafas.
Con el tiempo, estos milagros se revelan como estafas.
Reunidos en actitud de recogimiento. Arrodillados frente al Poderoso, cada cual exhibiendo su sumisión, su contrición por las posibles ofensas que pudieran haber provocado su malestar. Entonando las súplicas, mostrando su entrega y disposición a obedecer cualquier orden. Despojados de la propia voluntad. Rogando el mandato, la palabra para ser cumplida y ejecutada con diligencia. Rogaban por sí mismos, por sus hijos, por sus amistades, por sus familias, para que no les faltara las provisiones con que habían llenado la despensa del Poderoso.
Apenas asomó por la puerta, la multitud clamaba, ya la misericordia, ya la condena de los infieles.
El Poderoso miró con desdén a aquella raza de castrados. Seleccionados quirúrgicamente desde tiempos inmemoriales por otros poderosos en cada oleada de represión sobre aquellos que mostraron algún atisbo de rebeldía. Una raza de seres predispuestos a la obediencia. Le habían servido bien, pero nada podía enaltecer aquella indolencia, aquella incapacidad para indignarse, para exigir y exigirse el respeto como seres humanos.
Finalmente se dirigió a la multitud que se había congregado a saludarle.
-¡Rezad, rezad, indignos! Indignos de mi palabra, indignos de mi atención, indignos incluso de mi ira. No os preocupéis sin embargo, os concederé la esclavitud que tanto solicitáis, la esclavitud que habéis forjado con vuestras rodillas ensangrentadas.
Matad ahora a vuestro prójimo, perseguid al necesitado, violentad a vuestras mujeres, devorad a vuestros hijos como ya habéis hecho con su futuro, robad en vuestra propia casa, sed ahora los dioses de vuestro propio infierno.
Y el Poderoso mandó cerrar las puertas de la nave. Repletas las bodegas con todo lo que pudo arrebatar a los estafados. Estafados en su buena y en su mala fe. Los motores se pusieron en marcha y la nave alzó el vuelo. Rumbo al paraíso fiscal.
Firmado: Anonymous
Real como la vida misma.
ResponderEliminarHola Camino a gaia, no sé cómo he llegado hasta aquí, pero sé que me gusta. Mantengo una invitación a publicar poesía y, aunque das tu permiso público y por escrito, para difundir tus poemas, me gustaría que me ayudaras un poco en este laberinto: ¿qué nombre pongo, si hay que poner un nombre? Te dejo mi link y mi invitación:
ResponderEliminarhttp://candelavizcaino.blogspot.com/2011/05/invitamos-publicar-todos-los-poetas.html
CUANTA verdad hay en tu comentario en azul!!!
ResponderEliminarClaro milagro económico, sip.
Recuerdo que llamaron milagro económico al supuesto bienestar Argentino de la decada del 90...
Para dejar de creer en milagros económicos habría que comenzar mirando mas allá de nuestras propias narices.
saludos y buenas noches
Parece apocalíptico, pero es bien cierto, el pan nuestro de cada día.
ResponderEliminarAnonymous ruge contra la injusticia y muchos escuchamos sus rugidos y denunciamos con él, solidarios.
Muy acertado el texto, como siempre. Bien sabes que me llega tu mensaje y me haces reflexionar y asentir.
Un abrazo.