martes, 6 de noviembre de 2018

El carnicero de Alá no entiende a los carniceros de Dios



El príncipe saudí Mohammed bin Salmán no entiende las sutilezas de la hipocresía. Cierto es que Jamal Khashoggi no es carne halal y en eso Arabia Saudita ha cometido falta. Pero tanto ruido mediático por descuartizar a un periodista sorprende a una monarquía que exige publicidad favorable a cambio de ayuda humanitaria en Yemen, el país que bombardea. El príncipe no entiende que quienes le venden las armas le reprochen usarlas. Business as usual. Cuando la guerra es negocio rentable, el mercado canoniza a los genocidas. Si los devotos de Dios venden su alma al diablo por un poco de petróleo para sus adorados coches... ¿por qué no iban a vender los devotos de Alá su alma a Satán por unas cuantas bombas?

¿No fue acaso elegida Arabia Saudí para presidir una comisión de expertos independientes en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU? ¿No ha sido galardonada la Unión Europea con el premio Nobel de la Paz?

Con sus pedazos esparcidos por doquier, disueltos en ácido, o vaya usted a saber, se dice que Khashoggi ya no contará su historia sobre el uso de armas químicas contra civiles en Yemen. ¿Tan extraño resulta que un crimen sirva para encubrir otro crimen? ¿No se benefician también de esos crímenes los carniceros de Dios?

Pero en Yemen el arma de guerra mas letal no ha sido el fósforo blanco, sino el hambre y el dejar hacer al mercado. Con su petróleo en declive y la dependencia casi total de la importación de alimentos Yemen está siendo también un gran experimento del genocidio de la población a cargo de unas élites económicas cuya miseria moral empieza a mostrar su talante macabro.
Parece que el libre mercado no funciona sin la intervención de los ejércitos. Su mano invisible siempre ha empuñado un arma y ha movido los hilos que han tejido las dictaduras. La libertad siempre ha estado tan mal repartida como la riqueza.

Pero no es bueno para el negocio de la guerra que la gente se descubra gobernada por psicópatas.

La complicidad es el pegamento que une al crimen. La misma prensa que despliega un elocuente silencio sobre el genocidio de Yemen, sobre el legal tráfico de armas cuya única ética es la rentabilidad, ha sentido la sangre muy cerca. Ha sentido que ese silencio no protege a nadie, no gana tiempo, solo sirve para desperdiciar oportunidades. La complicidad es la meritocracia de nuestra propia destrucción.
El asesinato de periodistas o activistas defensores de la conservación de la Naturaleza o  de los derechos humanos empieza a ser una forma de matar a los mensajeros. Porque si algo asusta al poder económico es la verdad y la responsabilidad. Pero la huida de las consecuencias tiene poco recorrido. La ruina llega siempre mucho mas rápido que la abundancia.

El asesinato del periodista Jamal Khashoggi no ha sido mas terrible que las atrocidades de la guerra en Yemen, solo nos ha acercado a una realidad que puede ser la nuestra en poco tiempo. El fascismo afila sus propios cuchillos y no es bueno para el negocio de la carne que los corderos conozcan y se inquieten con los preparativos para la matanza.
Las armas se ocultan con banderas y en nombre de Dios se invoca la paz de los cementerios.

11 comentarios:

  1. El agua estancada produce daños más graves que la que se desborda.

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    1. Sin crecimiento, el capitalismo solo puede pudrirse bebiendo del mismo agua donde lanza sus excrementos.

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  2. Mientras el borrego matriz no se de cuenta que está planeta esta administrado por psicópatas seguirá igual. Despertar soluc solución. No ser animalitos ignorantes es la solucion

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    1. Y eso exige empezar a pensar por nosotros mismos, practicar la autocrítica y hacer un verdadero ejercicio de responsabilidad.

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  3. Lo que está ocurriendo en Yemen es terrible. El otro día veía, al hilo de las trabas para que llegue la ayuda humanitaria, un vídeo de una niña de 15 años que pesaba y medía lo de una niña de diez. La gente ser muere de hambre, más que de otro mal y mira que hay males provocados por esa Arabia de los petrodólares.
    Y después están las relaciones de nuestros monarcas y de otros países democráticos con este país que viola los derechos humanos de manera absolutamente intolerable. El mercado, otra vez...
    Lo del periodista, como bien dices, nos acerca a una realidad que no queremos ver y que extiende sus tentáculos por todo el Planeta y se llama Fascismo, aunque tiene muchos nombres y muchas caras.
    Muy buen artículo, como de costumbre.
    Besos

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    1. El hambre está matando mas seres humanos que la guerra, pero los ataques de la coalición están orientados a exacerbarla aún mas.
      El bloqueo del país por las fuerzas navales saudíes, la destrucción de la infraestructura civil, incluida la sanitaria, y el colapso económico del país son el medio "mas barato" para aniquilar a la población. Es algo de lo que no solo Arabia Saudí es consciente sino también el resto de poderes económicos mundiales que apuntalan esa guerra con su complicidad.

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  4. Si al poder económico le asusta la verdad y la responsabilidad, como dices, es nuestra obligación decir la verdad y sentirnos responsables. Un saludo

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    1. Bueno, la responsabilidad no solo asusta al poder económico, pero es el que mayor poder concentra y por ende mayor responsabilidad. Pero todos tenemos nuestro pequeño nicho de poder su responsabilidad correspondiente. Y la verdad también nos asusta, por eso se hace tan difícil llevar cierta información a quien sencillamente no quiere saber.

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    2. Y sin embargo hay que seguir tratando de llevarla. Una voz llega hasta donde llega, pero tratar de contagiar esa voz es la única forma que tenemos para llegar a hacer ensordecedor cualquier grito.

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