Por activa y por pasiva los científicos nos llevan avisando desde hace muchos años que nuestro modelo de vida es insostenible y aunque nuestro sentido común nos advierte de la insensatez de mantenernos en un modelo de crecimiento infinito, llevamos demasiado tiempo dejándonos arrastrar, atrapados en hipotecas que nos atan para toda la vida, en una obsolescencia programada para forzarnos a consumir si o si y finalmente mediatizados por unos medios de comunicación condicionados al servicio del consumo.
Estamos inmersos en una crisis económica de alcance global y la propuesta oficial es neoliberalismo salvaje, poner a la venta los servicios básicos de la sociedad, privatizar los estados y esperar. Si, esperar. Trabajar mas y cobrar menos, entregarlo todo para que los mercados ¡confíen! y que surja un milagro que permita seguir con el crecimiento infinito. A veces me pregunto como se puede comulgar con semejantes ruedas de molino.
En junio de 2010, Gaspar Llamazares realizó una pregunta al gobierno sobre el cénit de la producción mundial de petróleo y el escándalo de los confidentes de la Agencia Internacional de la Energía. La respuesta es cualquier cosa menos satisfactoria, pero resulta mas preocupante si cabe, su llamada a la prudencia para evitar alarmas públicas innecesarias. Desde el gobierno se espera por tanto que sean los mercados y no la población quien decida su propio futuro tomando conciencia sobre la contingencias que les depara el futuro inmediato.
El llamado crash oil provocará un colapso generalizado de nuestra sociedad, algo que en buena medida ya está ocurriendo. Pienso que la población sí debería estar informada de aquello a que nos enfrentamos, porque la confianza, aunque sea la de los sacrosantos mercados, no produce energía, no hace brotar petróleo de la tierra. Son las grandes corporaciones las que están jugando a esquilmar a la población, antes de retirarse con los bolsillos llenos y dejarnos con nuestra confianza en los mercados enfrentados al colapso. El lema "privatizar ganancias y socializar pérdidas" no es mas que una adaptación de "toma el dinero y corre" y una burda estafa. Recomiendo descargar esta presentación sobre oil crash, donde Antonio Turiel, doctor en Física Teórica por la UAM (1998) y científico titular en el Institut de Ciències del Mar del CSIC, nos hace una excelente exposición del problema.
Son necesarias muchas cualidades en el ser humano para afrontar el colapso. Creo que una de las mas importantes es disponer de una visión sistémica que nos sirva para discernir la dirección en la que QUEREMOS ir y congeniarla con la dirección en la que PODEMOS ir.
En términos de crecimiento económico solo tenemos tres posibilidades:
Seguir creciendo: Descartado. Existe un número cada vez mayor de países que han sobrepasado su particular pico del petróleo, entre ellos Estados Unidos, que tuvo su cenit hace mas de 30 años. Pero ha seguido creciendo con el petróleo de otros.
Estado estacionario (que nos dejen como estamos): El peak-oil, el pico de otras materias primas, degradación medioambiental, etc impiden mantener el actual ritmo de vida.
Decrecer: Si o si. Pienso que decrecer no es una opción, es una consecuencia inevitable, en la que ya estamos inmersos. Pero las políticas que se están planteando no van encaminadas a permitir la transición al conjunto de la población sino a la "salvación" de una elite: aquella con mayor responsabilidad en la tragedia.
En realidad solo podemos elegir, con un margen cada vez mas escaso, como decrecer. También podríamos tener cierta capacidad de maniobra para diseñar un modelo estacionario que no implique la muerte termodinámica del sistema planetario, el colapso de la sociedad humana y el punto sin retorno del cambio climático.
Convendría recordar que somos seres vivos y como tales, tener en cuenta que la riqueza de este planeta es precisamente la vida, esa singularidad que permite la autoorganización de la materia en seres vivos tan complejos como el propio ser humano. Los movimientos de transición están en marcha pero el tiempo se agota, y en esta espera estéril perdemos la oportunidad de optar por un cambio menos traumático. El capitalismo y su crecimiento infinito son cadáveres que solo pueden ofrecernos corrupción.
Pero las políticas que se están planteando no van encaminadas a permitir la transición al conjunto de la población sino a la "salvación" de una elite: aquella con mayor responsabilidad en la tragedia.
ResponderEliminarComo ya hemos visto con el sistema financiero.
Brillante post.
JL Salgado, el poder económico se está convirtiendo en el poder único. Así, mientras se libera de impuestos a las rentas mas altas, se sobrecarga a las mas bajas. El resultado lógico e inevitable es la concentración de poder en muy pocas manos. Se está desarmando de esta manera la capacidad de la población para gestionar una transición que tenga en cuenta su derecho a la existencia. Nos despertaremos cuando el hambre y la miseria nos sacudan, pero entonces quizás sea tarde para permitir algún punto en el que la sociedad pueda sostenerse con otros valores.
ResponderEliminarEfectivamente. La única forma es el decrecimiento. ¿Lo lograremos?
ResponderEliminar@Pedro Ojeda Escudero, me temo estimado Pedro que el decrecimiento es algo inevitable, lo que sí podemos evitar, aunque conforme pasa el tiempo cada vez tenemos menos posibilidades, es una transición traumática y brutal hacia un estado estacionario que nos permita vivir con cierta dignidad.
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