
Lo que nos dicen los datos de huella ecológica, los tres o cinco planetas que necesitaríamos para seguir con nuestro modelo de vida, es que hemos superado con creces los límites de la sostenibilidad. Seguir hablando pues de desarrollo sostenible solo valdría para aquellas zonas del planeta donde la población aún cuenta con margen para ese desarrollo material.
El problema es que también hemos absorbido sus recursos y le hemos "regalado" generosamente toda nuestra contaminación y los problemas asociados al cambio climático. La globalización ha supuesto el saqueo de los recursos allá donde los hubiera y el uso de los países pobres como basureros.
La riqueza generada tiene sin embargo un componente especulativo que una vez desenmascarado, nos devolverá una realidad devastada. ¿Qué ocurrirá con los miles de millones de automóviles de automóviles cuando el petróleo alcance precios desorbitados, qué valor tendrán? ¿Qué valor tendrán las infraestructuras pensadas para un mundo con petróleo barato y energía abundante, los flamantes aeropuertos, carreteras, autopistas...?
Ya oímos hablar sin tapujos de recesión económica y pronto se hablará de depresión. Sin embargo incluso los periódicos tratan el problema de la insostenibilidad energética en el apartado de "sociedad" o "vida y artes" como si la economía fuera lo que realmente es, una disciplina ideológica que recurre al adjetivo de ciencias para intentar prestigiar el castillo de naipes que está a punto de venirse abajo?
Hagámonos otra pregunta. ¿Como es posible que mientras la destrucción del planeta avanza a un ritmo cada vez mayor, la economía mundial siga creciendo? ¿No será que como en el mito del rey Midas estemos convirtiendo en dinero todo lo que necesitamos para vivir?
Tarde o temprano, llega la hora de la verdad.
Con la llegada del pico del petróleo y el comienzo del declinar en su producción, el decrecimiento económico no es algo que podamos elegir, es algo inevitable. Las propuestas de decrecimiento voluntario son paradójicamente la opción menos drástica y la mas sensata, el intento de un aterrizaje forzoso en la angosta pista de una economía del estado estacionario, la única salida para evitar el colapso general y la caída estrepitosa de este capitalismo, que aún agotado el combustible del crecimiento económico, se empeña en volar aún mas alto, en recuperar "la senda del crecimiento" sustituyendo la negra sangre de los dinosaurios por otra sangre caliente y roja, la de los seres vivos que pueblan el planeta y la propia sangre del ser humano.