
Supongo que ya ha pasado el tiempo para alertar de la gravedad, no solo de esta crisis que vivimos, sino de la que se avecina. Ya la estamos viviendo. La crisis del euro amenaza desestabilizar Europa mientras en EE UU el presidente Obama intenta por todos los medios evitar la bancarrota. Quedan todavía optimistas patológicos, como el mismo presidente de este país o quienes piensan que Dios nos salvará.
Pero plantear propuestas para salir de la crisis exige un diagnóstico correcto para encontrar alguna salida posible.
¿Crisis económica o crisis de modelo económico?
Cada día resulta mas difícil de mantener que esta es una crisis como otras a las que nos ha sometido el capitalismo. El capital, ese supuesto mapa de la riqueza, se ha topado con los límites del planeta y a eso no puede ponerse solución.
No es extraño que nos encontremos ante una crisis financiera global y definitiva, al fin y al cabo, la financiación es un juego económico que se basa en la especulación con el futuro, y en ese futuro ya no hay crecimiento económico. No puede haberlo, al menos a nivel global.
La crisis energética es la mas inminente, pero no es en absoluto la única. Cambio climático, crisis de biodiversidad, oil crash, agotamiento de recursos, superpoblación...
O acabamos con nuestro modelo económico, o nuestro modelo económico acabará con nosotros. Es así de sencillo y de contundente.
Solidaridad y democracia o el fin del contrato social.
Ahora nos sabemos gobernados por los mercados, esa democracia para ricos que siempre estuvo por encima de las urnas. Mientras nuestros gobernantes se pliegan a los dictados de tres agencias privadas de rating, parece que los ciudadanos debiéramos dar a los mercados la dirección política que deseen y con la que poder restaurar su voluble e insaciable confianza. La gente se va quedando sin trabajo, sin casa y finalmente en la indigencia. Es entonces cuando empezamos a oír hablar del imperio de la ley y la justicia se convierte en una palabra subversiva. La gente pierde sus derechos fundamentales mientras que el estado se muestra inflexible en la exigencia del cumplimiento de sus obligaciones. Pero cuando se impone ley sin justicia, se puede acabar reclamando justicia al margen de la ley.
No son las democracias quienes deben rendir cuentas ante los mercados, sino los mercados a las democracias. El pueblo no debería temer a sus gobernantes, los gobernantes deberían temer al pueblo.
Indignación o fascismo
Mientras en Madrid los indignados iban llegando a Sol después de largas marchas a pie, a pesar del calor sofocante del mes de Julio, Noruega se estremecía con el atentado fascista que ha costado la vida al menos a 92 personas, la mayor parte adolescentes que participaban en un campamento organizado por el partido laborista Noruego. Del discurso racista e intolerante al discurso asesino no hay mas que un paso. Del discurso asesino a la guerra y el genocidio solo media el acceso al poder.
Si luchamos podemos perder, pero si no luchamos estamos perdidos. Es una de las frases que se repite en las acampadas de indignados. El fascismo no es un fantasma del pasado, está en la persecución del juez Garzón, está en nuestras instituciones judiciales, en el nacional-catolicismo español. Para que el mal avance basta con que la gente buena no haga nada.
Cambiar de sistema
Puede que perderlo todo sea una forma poco recomendable de comprender lo que es realmente importante. Salir de la crisis puede ser tan fácil como decir adiós a este juego de Monopoly, romper las fichas justo en el momento en el que alguien dice que estamos a su merced. Las protestas del movimiento de indignados abren la puerta a una esperanza que se abre paso en todo el mundo. Existen modelos económicos compatibles con el decrecimiento u otros modelos estacionarios que no exijan el crecimiento infinito.
La Plaza del Sol está llena de nuevo. Quizá sería bueno volver a recordar los versos de Machado. Caminante no hay caminos, se hace camino al andar.