viernes, 24 de junio de 2016

Mas allá de la izquierda y la derecha: política en la tercera dimensión (II)

En situaciones de gran desigualdad, en la "democracia" de mercado donde las personas tienen tantos votos como euros o dólares, la demanda y el modelo productivo quedan secuestradoss por la capacidad adquisitiva y la desigualdad económica. Así, los faraones construyeron pirámides y murieron de inanición los esclavos.

Desde los sacrificios humanos para conseguir mejores cosechas, quemar por brujería a la vecina porque se nos ha agriado el vino, lanzar doncellas a la lava ardiente para evitar erupciones volcánicas, el llamado juicio de dios u ordalía, sacar en procesión a los santos para que llueva...  mil y una irracionalidades que tienen una cosa en común: asignar a las relaciones físicas de causa y efecto, una dinámica de crimen y castigo. Después, mediante el recurso de los chivos expiatorios se trasladan responsabilidades desde los que detentan poder y ejercen las acciones, a quienes las sufren. ¿Hablamos de religión? Si. Pero también de política y de dogmas económicos como la "socialización de pérdidas" de la derecha neoliberal, agarrados al darwinismo social como a un clavo ardiendo para imponer un abismo de desigualdad que nos lleva al colapso.

Inmersos en una crisis económica de la que no se analizan causas, de unas políticas de expiación llamadas de austeridad, estamos ante una construcción del discurso político y económico que lleva al extremo de criminalizar  a los voluntarios que se ofrecen a ayudar a los refugiados, tratándolos como traficantes de personas. La crisis y el descenso energético tienen su propia mano invisible en la economía y la política. No descubrirla a tiempo nos lleva a contemplar al prójimo como el enemigo a batir. Las máquinas nunca heredarán la Tierra aunque esos sean los temores de Stephen Hawking, para funcionar necesitan de un suministro de energía y materiales en declive. Skaynet se quedará sin suministro eléctrico. La importancia de hablar también de petróleo y energía, cuando todo el mundo habla de izquierda y derecha, de disparate y corrupción financiera, hace necesario aportar una tercera dimensión que subyace en los seísmos financieros pasados y los que están por llegar.

Primera dimensión: distribución de la riqueza.

Posiblemente el rasgo mas distintivo que diferencia izquierda y derecha sea la tolerancia o no, a la desigualdad en la distribución de aquellos bienes elaborados por la sociedad, de sus libertades y responsabilidades. En el caso del actual neoliberalismo que nos gobierna, estamos en el extremo de esa derecha: máximo poder con mínima responsabilidad. La socialización de pérdidas que lo caracteriza, necesita de una criminalización de la pobreza para justificarse moralmente. Este principio genera una retrolalimentación positiva en la acumulación, no solo de riqueza, sino de medios de producción y de control de la sociedad como son los medios de comunicación. A diferencia del liberalismo clásico, el neoliberalismo no rechaza el control de los estados, sino que lo toma.

La izquierda actual apenas aflora temerosa políticas keynesianas, ante una acusación mediática de extremismo por parte de quienes son incapaces de plantearse una pérdida de privilegios. Sin embargo, como bien dice Stephen Hawking, la ambición ciega la inteligencia y nos lleva a comportamientos mucho mas estúpidos de los que nos creíamos capaces.

Segunda dimensión: producción de la riqueza y sistema financiero.

En situaciones de gran desigualdad, en la "democracia" de mercado donde las personas tienen tantos votos como euros o dólares, la demanda y con ella el modelo productivo, quedan condicionados por la capacidad adquisitiva y la desigualdad económica. El sistema productivo queda secuestrado y se dedica a fabricar pirámides para que los faraones construyan su monumento funerario, mientras mueren de inanición los esclavos.

La trampa de la deuda lleva inexorablemente a la ruina, a una desigualdad extrema
 y a la destrucción del sistema productivo en favor del sistema especulativo financiero.
El papel del sistema financiero, es sin embargo clave a la hora de explicar cómo se produce el colapso. El crecimiento económico necesita también de un consumo de energía creciente. Cuando ese crecimiento ya no es posible físicamente, mantener el sistema financiero a toda costa, conlleva que este termine fagocitando al sistema productivo. Las deudas no se degradan, no se agotan como los recursos, sino que crecen sin parar. Que se este pagando a día de hoy por prestar dinero, es un indicio de cómo los mercados se ven afectados por la mano invisible de la termodináca.

La izquierda se encuentra ante tales contradicciones, que a veces ofrece espectáculos patéticos cuando se la ve llorando su añorado capitalismo. La utopía de una socialdemocracia, devoradora de recursos naturales pero incapaz de una globalización de derechos sociales, se revela castrada por la hipocresía. Incapaz de defender también de forma efectiva, los derechos y recursos que habrían de respetarse para las generaciones venideras. Esa hipocresía, aflora en la facilidad con que sus votantes cambian a la extrema derecha.

Tercera dimensión: recursos físicos y ecológicos

Quizá lo mas preocupante no sea tanto lo que diferencia a la izquierda y la derecha, sino aquello que las une: la misma percepción mítica del sometimiento de las leyes de la Naturaleza a las leyes económicas humanas, por encima de toda evidencia. Es difícl percibir agotamiento de recursos cuando los ricos hacen ostentación de abundancia y hasta hace pocos años parecía que el mercado lo podía todo y el crecimiento económico nunca se detendría. Cuando hablamos a alguien sobre el pico del petróleo piensa ante todo en su coche, no en sus hijos ni en sí mismo.

Se podría decir que el Instituto de Tecnología de Masachusets (MIT) es el referente mundial a la hora de conectar el mundo académico y científico con el de la industria y la economía. Pocos institutos pueden presumir haber tenido o tener entre sus miembros a 85 premios Nobel. El Club de Roma encargó al MIT un informe sobre los límites del crecimiento que fue publicado en 1972 y del que se han realizado varias revisiones, la última en el año 2012. Mas de cuarenta años después, seguimos fielmente el peor de los escenarios: el escenario donde no se hace nada por evitar el desastre. Ni los modelos económicos ni políticos consideran en toda su profundidad las consecuencias del agotamiento de recursos y como estos les afectaran. Hablamos de la destrucción del planeta como si vivieramos en la luna. Como si Wall Street fuera un templo inexpugnable. Mientras, la pérdida de recursos sigue contabilizando en el haber del PIB.

La derecha parece que tiene las cosas claras, mantener los privilegios de una minoría aún a costa de toda la población. Y rezar para todo lo demás. Sin embargo algunos piensan. El propio papa de Roma cree que no será suficiente. Mientras, crece la sombra de la corrupción y podredumbre, un crimen económico organizado, también mas allá de la izquierda y la derecha, mas allá de toda ley, regla, ideología o creencia, incluso mas allá de su propia legislación. En ese lugar donde ya nadie confía en nadie y la complicidad apenas sostiene impunidades, la salida es enfrentar a la población, impedir que las calles vuelvan a llenarse de gentes cogidas de la mano. Repartir pistolas para aligerar pasaje.

La izquierda siempre ha tenido en la razón un baluarte. Pero los medios de comunicación se constituyen hoy en la máquina del fango. Ante la mano invisible de la termodinámica, crece la violencia y la confusión en todos los ámbitos. Quizá por ello, llegar a alguna parte exige la premisa de librarse del peso de ese fango. Puede que necesitemos convencernos de que podemos ser mejor de lo que somos. Y disfrutarlo. Nunca hemos dispuesto de tantos medios para comunicarnos. No necesitamos mas ancho de banda sino mejores mensajes y mejores intenciones. Necesitamos que los líderes políticos no nos prometan ganar, sino servir. Hemos llegado tan lejos en el despilfarro, que no imáginamos con lo poco que se puede vivir dignamente. Tenemos medio pie en el abismo, pero otro medio pie puede alejarnos del peligro. Y necesitamos despertar.

Comunismo capitalista, canibalismo económico u otro lugar en el mundo.

Cada vez resulta mas difícil distinguir entre economía y crimen organizado. Los principios neoliberales han destruido el necesario equilibrio entre libertad y responsabilidad. El principio según el cual, cuando los ricos ganan, las ganancias les pertenecen, pero cuando tienen pérdidas las comparten graciosamente con el resto de la sociedad, da lugar a la retroalimentación de este particular comunismo capitalista, el círculo vicioso de la ley del embudo en el que estamos inmersos y cuyo resultado no puede ser otro que el colapso de la sociedad.

La llegada de los límites del crecimiento económico y la incapacidad de ver la mano invisible de la termodinámica, nos empuja a buscar culpables donde hay causas y chivos expiatorios donde existen responsabilidades en el ejercicio del poder. Es necesario incluir una tercera dimensión en los análisis políticos y económicos, o pasaremos del sueño a la pesadilla sin siquiera haber despertado.

martes, 21 de junio de 2016

Mas allá de la izquierda y la derecha: política en la tercera dimensión (I)




Hacer divulgación sobre las consecuencias de haber atravesado el pico del petróleo es como, tras el choque con el iceberg, avisar a los pasajeros del Titanic de lo que se les viene encima en términos del Principio de Arquímedes.
Nadie da las gracias por una mala noticia. Pero lo cierto es que las decisiones y todo lo que se haga para salvar el barco, es una pérdida de tiempo y recursos. Lo prioritario entonces es salvar a un pasaje, que se enfrenta al ingeniero con las octavillas de la propaganda que dice que el barco es insumergible. Pero se han superado los cuatro compartimentos estancos. El barco está hecho de hierro, puede hundirse y se hundirá. Es una certeza matemática.

La izquierda y la derecha política nacieron en la votación de la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa  para dirimir si se mantenía el poder absoluto del rey sobre el nuevo parlamento o Asamblea Legislativa. Los que estuvieron a favor del absolutismo se situaron a la derecha del presidente de la asamblea. A la izquierda se situaron los que opinaban que el poder debía asumir responsabilidad sobre sus actos y decisiones. Al incontestable poder de Dios y el rey, se sumaba ahora la voluntad de los pueblos para dictar las nuevas leyes. Pero no se consideró ni por asomo que pudiera haber otra fuente de poder que perteneciera a la Naturaleza: la energía y con ella las leyes inamovibles de la Termodinámica, de los límites y de las consecuencias. De una energía, que en última instancia, es la única fuente física de poder.

Han pasado mas de tres siglos y es ahora, al borde del precipicio, cuando la mano invisible del mercado queda cercenada por las manifestaciones difusas del descenso energético.
Han cambiado mucho las cosas y en los países "ricos" llamamos izquierda a un capitalismo con cargo de conciencia. Un capitalismo que no va mas allá de políticas keynesianas y una globalización donde hay una línea que separa Norte y Sur.

Todos imaginabamos un naufragio debido a un cataclismo de película, que nuestra civilización se hundía entre trompetas y jinetes mitológicos, por el impacto de algún meteorito que hiciera los honores. Es demasiado vergonzoso admitir que tan solo nos hemos quedado sin combustible en mitad de la travesía. Demasiado estúpido.
Pero mientras la derecha reza y la izquierda piensa, si seguimos el principio según el cual "la política es una continuación de la guerra por otros medios" nos veremos abocados a un enfrentamiento fraticida y suicida. Solo porque el capitán, ante la escasez de botes salvavidas, ha decidido repartir pistolas.
Nuestro Titanic tiene ya poco recorrido hacia la izquierda o hacia la derecha, hacia adelante o hacia atrás. El movimiento que mas debe importarnos es el que está realizando hacia abajo, en su hundimiento. En ese naufragio, la corrupción, los delitos fiscales y el crimen económico en general, abren boquetes en el casco y secuestran botes y chalecos salvavidas, mientras los medios de comunicación hacen las veces de orquesta descerebrada.

 Quizá lo mas preocupante no sea tanto lo que diferencia a la izquierda y la derecha, sino aquello que las une: la misma percepción mítica del sometimiento de las leyes de la Naturaleza a las leyes económicas humanas, por encima de toda evidencia.
Lanzados entonces como estamos, a un decrecimiento irrevocable y descontrolado, la derecha está dispuesta a realizar cualquier sacrificio en carne ajena para mantener los privilegios de unos pocos, mientras la izquierda aún sigue atrapada en el mito del crecimiento infinito, mientras los recursos del planeta, el común global de todos los seres humanos presentes y futuros, se van agotando.
 

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