domingo, 13 de noviembre de 2011

Sembrando el desastre: agricultura industrial.

Bayliss-Smith comparó dos explotaciones del mismo pueblo del condado de Wiltshire, en el centro de Inglaterra, con 150 años de distancia: las décadas de 1820 y 1970 respectivamente. En la explotación de 1826, de carácter preindustrial, el 98% de los insumos energéticos eran biológicos: un 77% humanos y un 21% animales. Sólo el 2% correspondía a energía fósil: el carbón de piedra usado en la producción de hierro para las herramientas y de las propias herramientas, entre las que figuraba una primitiva máquina trilladora tirada por caballos. Comparemos estas cifras con las correspondientes a una finca del mismo pueblo en 1977 que obtenía una producción agrícola muy parecida en volumen. Los insumos de energía animal han desaparecido, y los de energía humana han bajado al 0,2% del total, siendo el 99,8% restante de energía fósil (incluyendo la energía consumida en la producción de máquinas y substancias químicas y en el uso de las máquinas). En el cálculo se han tenido en cuenta todas las variables, incluso el dato de que la desaparición del ganado de tiro libera tierras de pasto que ahora se pueden dedicar a cultivos. Pues bien: la productividad por hectárea se ha multiplicado por 6 y la productividad por hora trabajada se ha multiplicado por 30.
No obstante, la evolución puede evaluarse desde otra
perspectiva. El autor del estudio compara la energía total producida con la energía invertida en los procesos de trabajo, cuyo cociente es la rentabilidad energética, y obtiene los resultados siguientes: en 1826 por cada caloría invertida se obtenían 40, mientras que en 1977 se obtenían sólo 2,1.

Cultivando el desastre
La conclusión final es que en 1977 se usaba 19 veces la energía que en la era preindustrial para poner en un plato la misma cantidad de calorías. Si tenemos en cuenta que los combustibles fósiles son un recurso no renovable y que ya hemos atravesado el pico de producción del petróleo, el gráfico nos muestra una situación dramática. Si quisiéramos mantener el volumen de producción de alimentos actual y cambiar el modelo de producción en la zona de estudio al modelo de la época preindustrial, necesitaríamos multiplicar por seis la tierra cultivable y por 30 el número de personas dedicadas a la agricultura. Además ya no contaríamos con la energía animal.
Podríamos pensar en una mejora drástica en eficiencia energética o en alimentar la maquinaria agrícola y el transporte asociado con biocombustibles, pero los rendimientos energéticos son deficitarios. Por otro lado, los datos de la situación actual en el estudio son de hace 34 años. Actualmente se estima que en EEUU se gastan 10 calorías para obtener una caloría alimentaria. Estas diez calorias proceden en su casi totalidad de los combustibles fósiles, sobre todo petróleo y gas natural. Si adaptamos el gráfico para EEUU el resultado es aterrador.
No se está haciendo nada para cambiar de modelo, todo lo contrario. Las grandes corporaciones están acelerando la destrucción de los modelos tradicionales y suprimiendo la biodiversidad, que en la época preindustrial realizaba el trabajo de estas negras columnas de la muerte. Con la llegada del declive de la producción del petróleo y el aumento exponencial de las desigualdades económicas, las grandes corporaciones matarán de hambre a la mayor parte de la humanidad. Incluyendo a las clases medias de los países desarrollados.
Es vergonzoso e indignante que los agricultores no puedan vender su propias semillas y que las elites económicas gobiernen a nuestros políticos, esas elites que creen controlar el mundo y ni siquiera saben pilotar su propia estupidez.

domingo, 6 de noviembre de 2011

¿De qué planeta son los economistas?

Quizá lo que mejor pueda caracterizar al tiempo que vivimos, sea el profundo contraste entre unos avances en conocimientos científicos y tecnológicos desconocidos en la historia de la humanidad... y una estupidez soberana en nuestro comportamiento como especie y como civilización.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué seguimos empeñados en buscar la salida cavando aún mas profundo en el pozo en el que nos estamos ahogando? ¿Por qué se siguen usando los tanques de ideas para que las inmensas posibilidades de los medios de comunicación sirvan para destruir la escasa inteligencia colectiva que pueda salvarnos?
Antes muertos que sencillos. Podría ser la frase de las élites económicas, ese 1% que espera sobrevivir al genocidio del 99%.

Pero lo que llama mas la atención, es que incluso aquellos que consideramos expertos en cuestiones económicas y que tienen suficiente sensibilidad social, sean incapaces de concebir otro modelo económico que no sea el del crecimiento exponencial infinito. Que los límites se han superado y vivimos a costa del futuro de nuestros hijos.

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