sábado, 21 de noviembre de 2009

El Acuerdo


Los niños no deberían entrar a los laboratorios. Lo revuelven todo y son un verdadero peligro para los instrumentos mas delicados y para ellos mismos.
Eso pensaba José mientras Gaia curioseaba en las inmediaciones del microscopio. Ante su insistencia, aceptó dejarla mirar a través de aquellas lentes misteriosas.
- ¿Son bichos?. - Preguntó con curiosidad.
- No. - Y se echó a reír con la ocurrencia. - Son células humanas. Todas las personas estamos hechas de pequeños seres vivos. Tan pequeños, que solo pueden verse con un microscopio.
Al ver el desconcierto provocado, José intentó hilvanar torpemente una explicación para niños.
- En realidad, somos como una innumerable cantidad de células que se han puesto de acuerdo.
- Entonces... ¿solo somos un montón de bichos? - Dijo Gaia con aprensión y un poco de asco.

Los niños no deberían entrar a los laboratorios. Se decía mientras buscaba algo en su interior que se llevara la desolación de aquellos ojos infantiles. Sin saber qué decir volvió a mirar a Gaia con ternura y dejó de pensar por un momento. De repente, aquella brizna de amor provocó una ráfaga de luz que recorrió su mente. En ese momento, surgió la respuesta que no podía ver ningún microscopio, ningún instrumento.
- No. Nosotros somos lo invisible. Nosotros somos el Acuerdo.

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